Espinosa de los Monteros Díaz de Santiago, María (1875-1946). Empresaria, feminista y política española. Nació en Estepona (Málaga), hija de un negociante local. Siendo muy joven, María se trasladó a Madrid con su familia. En 1895, ya había viajado a Inglaterra y Francia, donde encontró modelos empresariales inclusivos con la mujer. En 1898, con solo 22 años de edad, se convirtió en la directora de un establecimiento comercial de The Yost Typewriter Company Limited, recién creado en Madrid para todo el territorio ibérico y que sería conocido en España como Casa Yost.
La empresa matriz había sido fundada en Londres (1891) como filial europea de la estadounidense Yost Writing Machine Company, creada en Bridgeport (Connecticut) en 1887 por George W. N. Yost (1831-1895), inventor de unas máquinas de escribir que llegaron a ser famosas por su precisión, limpieza, resistencia, fácil manejo y escaso ruido. Las máquinas Yost ya tenían el teclado QWERTY (estandarizado en la industria a partir de 1893) y utilizaban un complejo mecanismo de impresión, patentado en 1875 por el inventor estadounidense John N. Williams (1845-?), gracias al cual las barras porta tipos hacían un movimiento similar al de las patas de los saltamontes, estirándose primero para luego saltar hasta llegar al agujero de la guía, lo que garantizaba una perfecta alineación del texto. Además, estas máquinas mecanográficas tenían la peculiaridad de prescindir de la cinta entintada, sustituida por un tintero circular o tampón que permitía a los tipos imprimirse directamente sobre el papel sin la intermediación de ningún tejido, por lo que la escritura era mucho más clara.
Espinosa fue contratada por Milton Bartholomew (1855-1927), director general de la compañía londinense, cautivado por la gran inteligencia, las dotes comerciales, el enérgico entusiasmo y el fluido inglés de la joven malagueña, que llegó a dominar varios idiomas más (italiano, francés y alemán). El nombre de María Espinosa resulta especialmente relevante por detentar un puesto directivo desde una edad tan joven, dentro de una corporación de ámbito internacional y durante más de dos décadas, en una época donde las mujeres empresarias, sobre todo en nuestro país, estaban dedicadas a pequeños negocios familiares y artesanales que heredaban de sus maridos o los dirigían varones.
Durante el siglo XIX y principios del XX, encontramos en España muy pocas mujeres que, como Espinosa, estuvieran al mando de compañías industriales o comerciales de cierta relevancia económica o tecnológica. Otro ejemplo fue la guipuzcoana Cesárea Garbuno Arizmendi (¿-1933), conocida empresarialmente como Viuda de Londaiz, propietaria de una refinería de crudo en el barrio donostiarra de Molinao (1880) y de una flota de petroleros que traficaba con los Estados Unidos. Otra emprendedora digna de reseñarse fue Rosario de Acuña Villanueva (1850-1923), escritora y periodista madrileña que, basándose en métodos científicos, fundó y dirigió una granja avícola (1898) en Cueto (Cantabria).
Casa Yost tuvo su primera sede social en un pequeño piso y un depósito situados en la madrileña calle de Colón, no tardando en trasladarse a la de Cádiz y luego, desde 1903 hasta 1911, a la de Espoz y Mina. Espinosa tuvo el inmenso mérito de lograr que la compañía y sus máquinas de escribir fueran rápidamente conocidas en toda España y se convirtieran en sinónimos de modernidad, gracias a la frecuente presencia de anuncios publicitarios en prensa, el envío gratuito de catálogos y muestras escritas o la prestación de diversos servicios como reparaciones económicas, venta de accesorios y objetos de escritorio, copias mecanografiadas, redacción de cartas comerciales, traducciones en varias lenguas (inglés, francés y alemán), cursillos y concursos de mecanografía o cesión de material a instituciones benéficas y escuelas.
De esta manera, Espinosa y Casa Yost contribuyeron grandemente a la difusión de la mecanografía y de su aprendizaje en nuestro país, así como a la modernización de las comunicaciones escritas y de las burocracias estatal y privada. En 1900, por ejemplo, las máquinas Yost eran utilizadas por casi toda la prensa madrileña. Asimismo, la mecanografía abrió a las mujeres posibilidades laborales inéditas, en tareas de secretariado y de oficina, ya que organismos públicos y empresas privadas demandaban una gran cantidad de personas que supieran manejar con soltura las máquinas de escribir. Gracias a ello, las mujeres pudieron hacerse visibles como trabajadoras competentes y de valía en áreas hasta entonces exclusivamente masculinas, favoreciendo así su emancipación económica y el acceso a espacios donde el poder y el conocimiento iban de la mano, con el consiguiente refuerzo de la conciencia feminista y su legítima demanda en favor de los derechos civiles.
En 1908, Espinosa recibió poderes plenos por parte de Bartholomew para todo lo relacionado con la regencia, dirección y administración del negocio en España, Portugal y Marruecos. Al año siguiente, Casa Yost disponía de establecimientos en Barcelona, Bilbao, Sevilla, Valencia, La Coruña, Oviedo y Málaga. En 1911, la lista se había ampliado a otras siete ciudades más (Cartagena, Valladolid, Palma de Mallorca, Melilla, Zaragoza, Santander y Badajoz). En esa fecha, fue inaugurada una nueva y emblemática sede, en los números 4 y 6 de la céntrica calle del Barquillo de Madrid. Con una superficie de 610 m2, el local ocupaba una sola planta baja, de fácil acceso a los transeúntes. Sostenida por 34 columnas de hierro, la techumbre era de cinco metros de alto, lo que confería al local una sensación de diáfana amplitud, reforzada con la presencia de numerosos espejos y de luz eléctrica de arco voltaico. Todo el conjunto se hallaba ricamente decorado mediante caoba, mármol y adornos dorados, de bronce y en cristal. El espacio constaba de oficinas y talleres visibles al público, sala de exposición donde hacer demostraciones de las máquinas a los clientes, una academia para 240 alumnos y un almacén con capacidad para 600 aparatos.
En 1912, Casa Yost organizó el primer concurso de mecanografía en España (con un total de 74 participantes, 58 de ellos con máquinas de la compañía). A mediados de la década de 1910, unas cuatro mil muchachas españolas habían aprendido mecanografía en la academia de la empresa, lo que les permitió labrarse proyectos de vida autónoma y, además, supuso un factor importantísimo en la consolidación y reputación del movimiento feminista español. Esta labor de Espinosa al frente de Casa Yost se vio recompensada en 1915 con la obtención de la Cruz de la Orden de Alfonso XII como consecuencia de los servicios prestados en la promoción de la educación y la cultura de mujeres y niños. Tal condecoración situaría a Espinosa como una de las personalidades más influyentes del feminismo en España. En 1916, participó en el IIº Congreso Internacional de Ciencias Administrativas celebrado en Madrid, donde hizo funciones de intérprete y estuvo encargada de una sección dedicada a las aplicaciones de la mecanografía en la documentación burocrática.
Entre 1900 y 1920, Casa Yost había realizado un volumen total de negocio por valor de 16,3 millones de pesetas. En 1921, llevaba vendidas unas 20000 máquinas en toda España y tenía abiertas sucursales también en Alicante, Almería, Cádiz, Castellón, Córdoba, Gerona, San Sebastián, Tarragona, Vigo y Zamora. No obstante, en 1918, Bartholomew había traspasado la propiedad de la compañía a Nigel L. Campbell (1878-1948), negociante londinense que la adquirió por la exigua cantidad de poco más de 22000 pesetas, precisamente el montante del saldo deudor con el que la empresa había cerrado su ejercicio contable. En 1921, Campbell revocó a Espinosa de la dirección y puso en su lugar a Guillermo da Costa Blanck (posteriormente distribuidor de las máquinas Olivetti).
A lo largo de los 23 años al frente de Casa Yost, Espinosa acudió al Registro de la Propiedad Industrial (RPI) para efectuar, a su propio nombre (como directora de la firma) o al de Bartholomew, el depósito de tres marcas, otras tantas patentes, más un modelo de fábrica y un nombre comercial. La primera de estas marcas (nº 11913), solicitada en 1905 como de fábrica y de comercio, era el elegante logotipo de la empresa, que mostraba el apellido del inventor de las máquinas sobre una flecha. No se trataba del primer signo distintivo registrado en España relacionado con estas máquinas de escribir, pues siete años antes la firma londinense ya había obtenido la marca nº 6431 denominada “The Yost” (en vigor hasta 1928).
La marca nº 11913 no solo protegía aparatos mecanográficos y sus accesorios, sino también gramófonos, fonógrafos, máquinas de hacer media y calceta, de coser y bordar, calculadoras y multicopistas, además de diferentes objetos de escritorio (papel, sobres, librería, tintas, gomas líquidas y de borrar). Este signo distintivo caducó en 1926 al no ser renovado ante el RPI. Si bien el entonces director de Casa Yost, Julio Lavalette Vandaele, intentó continuar la vida legal de la marca, la administración no se lo permitió por no tratarse de la titular original ni ser presentado algún tipo de documento que acreditara la cesión de la propiedad del derecho de Espinosa a Lavalette.
La siguiente marca (nº 13199) fue registrada en 1906 y concedida un año después para comerciar con máquinas de escribir, calculadoras y gramófonos. Se trataba de una triple denominación: “Triumphator”, “Triumph” y “La Triunfo”. En realidad, estos signos distintivos no se correspondían con ningún aparato construido por la firma Yost, sino con unas máquinas de calcular alemanas fabricadas por una compañía de Leipzig desde 1903.
La tercera marca (nº 22041) fue presentada ante el RPI en 1912, también como de fábrica y comercio, siendo concedida en 1913, esta vez solo para máquinas de escribir. Reflejaba la imagen de uno de los modelos, el nº 15, que Casa Yost vendía en España y por el que el propio Bartholomew (representado por Espinosa) había obtenido en 1911 una patente española de introducción (nº 49922).
Fabricada en Bridgeport desde 1908 y muy empleada en Europa, la nº 15 fue la primera máquina Yost que tenía la escritura a la vista, es decir, en la que podía verse lo que iba siendo mecanografiado a medida que se escribía. Aunque esto nos parezca hoy de lo más natural, no lo era en el siglo XIX ni a principios del XX, ya que los tipos de muchas de las primeras máquinas mecanográficas tenían las barras agrupadas en el interior de un cilindro y golpeaban el carro de abajo arriba, de modo que lo impreso no podía verse hasta que las siguientes líneas escritas permitían deslizarse el papel dejándolo visible. La visión del texto mecanografiado simultáneamente con las pulsaciones no llegaría hasta la década de 1890, gracias a un mecanismo que lograba un retorno del carro de la máquina para que lo escrito pudiera verse, al mismo tiempo que las barras de los tipos volvían a su lugar después de pulsar las teclas. Aun así, esta evidente mejora no se impuso de manera inmediata entre los fabricantes y hubo que esperar hasta 1915 para su completa estandarización.
No obstante, la “Yost nº 15” mantenía el sistema de impresión mediante tampón y el movimiento de saltamontes de las barras, incluyendo además teclas especializadas para tabular, para el retroceso del carro o el cambio de mayúsculas y otros signos. En cualquier caso, el derecho sobre la marca nº 22041 terminó en 1918 por falta de pago del segundo quinquenio.
Otra modalidad de signo distintivo registrado por Espinosa (como apoderada de Bartholomew) fue el nombre comercial “Casa Yost” (nº 2112), solicitado y concedido en 1911, coincidiendo con la inauguración de la nueva sede de la empresa en la calle del Barquillo e igualmente aplicable al resto de sucursales existentes en España. En 1919, Bartholomew lo transfirió a Campbell dentro de la operación de venta de la compañía, pasando en 1930 a ser el rótulo de establecimiento nº 3226.
Asimismo, María Espinosa obtuvo un par de patentes (nº 42387 y nº 42388), ambas en 1908. La primera de ellas protegía un nuevo tampón o tintero para las máquinas de escribir Yost. Las ventajas de este dispositivo eran la mayor duración de la tinta y su reparto uniforme en los tipos, así como la facilidad en la colocación y separación sin necesidad de acudir a los servicios de un mecánico, al empleo de herramientas o al desmontaje de alguna pieza del aparato.
El tampón estaba formado por un aro metálico en cuyo interior se encontraba el fieltro impregnado con una tinta especial. El aro podía cerrarse o abrirse mediante una pestaña, según se tratara de ubicarlo en la máquina o de extraerlo de ésta para renovar el fieltro, operaciones que se realizaban mediante un sencillo movimiento en espiral. Dicha pestaña ofrecía al tampón la suficiente estabilidad para que los caracteres recibieran la tinta de modo uniforme. Asimismo, el tintero se ajustaba a la máquina de forma exacta y precisa gracias a unos pequeños ganchos que lo impedían oscilar con el impacto de los tipos, yendo asimismo provisto de un par de pivotes para apoyo de los dedos del usuario con vistas a una cómoda inserción.
La otra patente concedida a María Espinosa fue para una máquina Yost de doble teclado (con 85 caracteres), preparada para albergar el antedicho tampón. A tenor de lo que puede comprobarse en el plano de la patente, este aparato no parece constituir una invención de Espinosa, sino una introducción en nuestro país de la “Yost nº 10”, fabricada en 1902 y reemplazada por la “Yost nº 15” en 1908 (el mismo año del registro de esta patente).
Con todo, la memoria descriptiva de esta patente recoge como cualidades de la máquina su escritura limpia (gracias al tampón), una perfecta alineación de sus caracteres (debida a la colocación exacta de la guía central) y la ausencia de oscilación de las barras con independencia de la intensidad de las pulsaciones. Propio de las máquinas Yost y de otros fabricantes, el doble teclado abarcaba minúsculas y mayúsculas, diferenciadas en dos colores, permitiendo al mecanógrafo escribir más rápido al no distraerse con la tecla de cambio (introducida en las Remington desde 1878). Además, las teclas de esta máquina eran de fácil colocación y variación, no requiriendo auxilio mecánico, y podían estar hechas en diferentes materiales (celuloide, marfil, hueso o caucho).
Otra característica reseñada por Espinosa en la memoria descriptiva de su patente era la forma y ajuste del carro, aislado del resto de la máquina y colocado sobre dos soportes, de los que podía desprenderse pulsándose un engranaje al objeto de hacer correcciones con comodidad o de escribir en un punto determinado. Su movimiento se debía a un mecanismo formado por tres bolas de acero, rodantes sobre dos carriles situados en paralelo y aislados entre sí, de manera que la ausencia de roce evitaba entorpecimientos y garantizaba un avance igual y uniforme. El carro era de velocidad graduable e incluía diferentes dispositivos: palancas para espacios entre reglones y para correr el papel, pisapapeles con tornillo graduador, rodillo adaptable a diferentes tamaños de hoja, creación automática de márgenes sincronizada con el sonido del timbre e indicador del punto de impresión.
En 1910, estas dos patentes pasaron el trámite administrativo de la puesta en práctica, sucedida en el nº 17 de la calle de Espoz y Mina, donde se encontraban entonces el domicilio de la Casa Yost y el de su directora. Ambos certificados caducaron en 1912 por falta de pago de la quinta anualidad. Estas patentes de Espinosa de 1908 o la de Bartholomew de 1911 no fueron las únicas relacionadas con las máquinas de escribir Yost que fueron depositadas en España. El propio inventor de las mismas ya obtuvo dos patentes (nº 9399 y nº 12112) en 1889 y 1891, mientras que la empresa estadounidense registró tres en 1908 (nos. 44142-4), toda ellas protegiendo mejoras en las máquinas de escribir.
En 1908, Espinosa también protegió la “Yost nº 15” a través del modelo de fábrica nº 565. Sin embargo, la tramitación de este expediente se vio interrumpida por un recurso de oposición emprendido por Rafael González, director de Trust Mecanográfico, una empresa competidora. González alegaba que la máquina no constituía ninguna novedad, ni en España ni en el extranjero, encontrándose abiertamente comercializada en más de cien mil unidades, algunas de las cuales eran empleadas en el propio Ministerio de Fomento, del que dependía el RPI. Además, el aparato no era de fabricación española, sino importado de América, por lo que se trataba de un artículo de comercio, pero no industrial. De todo ello se deducía, según el oponente, que la solicitud de Espinosa entraba en contradicción con el artículo 22 de la Ley de Propiedad Industrial (promulgada en 1902), donde se especificaba que un modelo de fábrica debía servir como tipo para la confección industrial de nuevos productos o para la mejora de aspectos esenciales de objetos ya existentes.
Espinosa se defendió justificando que distintas piezas de la máquina constituían una novedad, pero resultaban difícilmente reproducibles en el cliché fotográfico adjuntado en la solicitud. Asimismo, señaló que la forma misma de la máquina ya era novedosa, algo perceptible a cualquier empresario del ramo, y que el artículo 48 del Reglamento del RPI (establecido en 1903) eximía a los modelos de fábrica de cualquier examen previo (a diferencia de las patentes). Aunque los argumentos de Espinosa parecen menos consistentes que los de González, la administración acabó concediéndola el modelo de fábrica, que caducó a los cinco años por no pagar el quinquenio preceptivo.
La dirección de Casa Yost no fue la única actividad empresarial de María Espinosa. En 1911, inició la comercialización de las aguas minero-medicinales de Morataliz, quizá procedentes de alguno de los numerosos manantiales existentes en las dehesas sobre las que hoy se alza el barrio madrileño de Moratalaz. En 1915, las aguas recibieron la declaración de utilidad pública tras los análisis efectuados por varios expertos como el médico Hipólito Rodríguez Pinilla (1860-1936), catedrático de Hidrología Médica en la Universidad Central de Madrid. El principal componente era el bicarbonato magnésico (0,3 gramos por litro). De efectos laxantes que no perjudicaban la asimilación de alimentos, las aguas de Morataliz resultaban idóneas para hacer régimen contra la obesidad y estaban indicadas en enfermedades del aparato digestivo (dispepsia, úlcera, gastritis, litiasis biliar, catarro intestinal, diabetes, estreñimiento), pero también en otras patologías (cálculos renales, reuma, gota o neurastenia) e incluso como aguas de mesa en razón de su delicado gusto, llegando a ser empleadas en los hospitales de la Beneficencia Provincial de Madrid. Entre sus virtudes también estaban la carencia de microorganismos y, sorprendentemente, su radioactividad.
Este agua mineral tuvo una gran difusión publicitaria y se vendía en la propia Casa Yost en botellas de 90 centilitros a una peseta la unidad, pero también por lotes de doce y de seis a unos precios de 10,50 y 5,50 pesetas respectivamente, si bien el precio del casco (25 céntimos) se reintegraba a su devolución.
En 1915, María Espinosa registró una marca (nº 26270) con la denominación “Aguas de Morataliz” y un modelo de fábrica (nº 1557) para botellas destinadas a contener dichas aguas medicinales. La marca incluía el análisis químico oficial y una descripción de sus cualidades terapéuticas. Por su parte, el modelo mostraba una botella de original diseño, de forma bombeada, y llevaba la denominación de las aguas junto a un anagrama formado por las letras M y E, las iniciales del nombre de la propietaria.
La tramitación del modelo sufrió un pequeño contratiempo burocrático, ya que se requirió a Espinosa que demostrara su condición de fabricante a través de la cédula de la contribución industrial. En la alegación elevada por el agente, se hacía gala del prestigio de Espinosa como directora de Casa Yost, indicando asimismo que ya había sido usuaria del RPI y que estaba inscrita como comerciante en el Registro Mercantil, pero también en la contribución industrial de Madrid desde 1912 (aunque como apoderada de Bartholomew). Igualmente, se hacía conocer a la administración que Espinosa no tenía pensado convertirse en fabricante de botellas, sino que el envase ideado por ella trataba de distinguir sus aguas minerales del resto y que, por tanto, su fabricación (pero no su propiedad) había sido encargada a una industria del ramo, siguiendo así las prácticas habituales de, por ejemplo, los monjes benedictinos y cartujos, que registraban tipos de envases para sus licores bajo marcas y modelos sin que ello implicase que fuesen los fabricantes de los recipientes.
La marca y el modelo de las aguas medicinales estuvieron vigentes hasta 1930, lo que hace pensar que el producto tuvo cierto rendimiento económico. No en vano, en 1916, Espinosa fue elegida por unanimidad vocal de la Asociación de Propietarios de Balnearios y de Manantiales de Aguas Minero-medicinales de España (constituida en 1906 en Madrid).
Por otro lado, en sus diferentes gestiones relacionadas con la propiedad industrial, Espinosa acudió a diversos agentes madrileños como Francisco de Elzaburu Vizcarrondo (1862-1927), el abogado Luis Urdiales García, Salvador Pomata Vives y Ramiro de Salazar (de la agencia Alonso, Salazar y Compañía).
El prestigio de Espinosa como empresaria fue determinante para la visibilidad del movimiento feminista español. En 1918, se creó la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME). Las promotoras de la iniciativa fueron la periodista Consuelo González Ramos (1877-?), la oftalmóloga Elisa Soriano (1891-1964) y la propia María Espinosa, que fue su primera presidenta, cargo detentado hasta 1920, y en cuyo despacho de Barquillo se fundó la asociación. Entre las afiliadas de la ANME, estuvieron las escritoras María Valero de Mazas (1874-1943) y Clara Campoamor Rodríguez (1882-1972), la periodista Isabel Oyarzábal Smith (1878-1974), la abogada Victoria Kent Siano (1882-1987), la activista María Martos Arregui (1888-1981) o las pedagogas Matilde García del Real Álvarez-Mijares (1856-1932), Benita Asas Manterola (1873-1968), Julia Peguero Sanz (1880-1978) y María de Maeztu Whitney (1881-1948).
El objetivo de la ANME, organización interclasista y sin adscripción ideológica, era conseguir la igualdad de derechos de la mujer, especialmente en lo referente al voto político, la elección de cargos, la composición de tribunales, la vida familiar, el acceso a profesiones liberales y la remuneración económica del trabajo. También abogaba a favor de la lucha contra la prostitución, la creación de escuelas para empleadas domésticas e hijos de obreras, la defensa de la lactancia o la denuncia del maltrato a la infancia.
En 1919, entre sus primeras medidas, la ANME adquirió una contrata por valor de 125000 pesetas para emplear a cincuenta de sus afiliadas más humildes en la confección de ropa para el Ejército, con un jornal de cuatro pesetas (en lugar de las 1,75 o 2,25 que se pagaban normalmente). A finales de ese año, Espinosa fue nombrada presidenta del Consejo Supremo Feminista de España (CSFE), agrupación creada para coordinar y aglutinar el movimiento feminista, formada por la ANME y otras cuatro organizaciones, dos de Barcelona, la Sociedad Progresiva Femenina y la Asociación La Mujer del Porvenir, y las otras de Valencia, la Liga Española para el Progreso de la Mujer y la Sociedad Concepción Arenal. Aunque se trataba de un organización favorable al voto femenino, el CSFE se opuso a que se celebrara al año siguiente en Madrid el VIIIº Congreso de la Internacional Sufragista, aduciendo que el español no iba a ser lengua oficial en la reunión y que a las socias del CSFE les estaba vetada la participación al no pertenecer a la Internacional. Finalmente, el Congreso se celebró en Ginebra (Suiza) con asistencia de algunas delegadas del CSFE.
En 1920, la ANME promovió la creación de la Juventud Universitaria Feminista, liderada por Maeztu, Soriano y Campoamor con el objetivo de conectar con grupos feministas extranjeros a través de la participación en organizaciones internacionales de mujeres. Por su parte, como presidenta de la ANME y del CSFE, Espinosa impartió ese año dos conferencias: Influencia del Feminismo en la Legislación Contemporánea ante la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (en Madrid) y La Emancipación de la Mujer en el Colegio de Abogados de Barcelona. Asimismo, en 1919 y 1920, con el objeto de dar a conocer las asociaciones feministas que presidía, Espinosa hizo varios viajes tanto a ciudades españolas (Zaragoza, Barcelona, Gerona, Lérida Tarragona, Valencia, Castellón y Alicante) como del extranjero (París, Londres, Nueva York).
Sin embargo, en octubre de 1920, Espinosa dejaba sus cargos en la ANME y el CSFE, siendo sucedida respectivamente por Dolores Velasco de Alamán e Isabel Oyarzábal. En 1923, se afincó en Segovia, de cuyo ayuntamiento fue concejala (1926), convirtiéndose en una de las primeras mujeres que desempeñó ese tipo de cargo en España, si bien no como resultado de ninguna elección, sino por designio del gobierno. Asimismo, fue nombrada vocal de la Junta Provincial de Primera Enseñanza (1927). Posteriormente, se trasladó a Alicante, ciudad en la que falleció a los 71 años de edad.
Además de la Cruz de Alfonso XII, María Espinosa fue recompensada con los títulos de Socia de Mérito de la Sociedad de Fomento de las Artes de Barcelona (1903); Presidenta de Honor de La Benéfica Carloteña (1916), una sociedad obrera del pueblo de Vallecas (hoy un barrio madrileño); e Hija Predilecta de Estepona (1920), su municipio natal, donde una calle lleva su nombre.
Autora: Ana Cosculluela Bajén
Editor: Luis Fernando Blázquez Morales
Última edición: enero 2018
https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Espinosa_de_los_Monteros
http://historiamujeres.es/vidas/espinosa.html
http://www.esteponaensuhistoria.com/seccion_textos/Americanos_estepona_txt.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Asociaci%C3%B3n_Nacional_de_Mujeres_Espa%C3%B1olas
http://latribu.info/memoria/maria-espinosa-los-monteros-feminista-coherente/#_edn5
https://www.typewritermuseum.org/collection/index.php3?machine=yost1&cat=ku
http://americanhistory.si.edu/collections/search/object/nmah_849984