Museo Virtual

Donovan, Marion O’Brien

Patente estadounidense nº 2.575.164 (Boater)
Patente estadounidense nº 2.575.164 (Boater)
Patente estadounidense nº 3.595.554
Patente estadounidense nº 3.595.554
Patente estadounidense nº 3.599.372 (Zippity-Do)
Patente estadounidense nº 3.599.372 (Zippity-Do)
Patente estadounidense nº 3.620.553
Patente estadounidense nº 3.620.553
Patente estadounidense nº 4.169.534 (Big Hang-up)
Patente estadounidense nº 4.169.534 (Big Hang-up)
Patente estadounidense nº 4.523.600 (DentaLoop)
Patente estadounidense nº 4.523.600 (DentaLoop)

Donovan, Marion O’Brien (1917-1998). Inventora y empresaria estadounidense. Nació en Fort Wayne (Indiana). Originario de Irlanda, su padre era Miles O’Brien (1868-1936), fundador en 1906 en South Bend (Indiana), junto a su hermano gemelo John (1868-1946), de la empresa The South Bend Machine Tool Company, rebautizada dos años después como South Bend Lathe Works y dedicada a la fabricación de un torno inventado por ellos mismos y empleado en la construcción de armas o de motores de automóviles. Tras la muerte de su madre en 1924, Marion pasó mucho tiempo en la empresa paterna (por entonces ya muy próspera), familiarizándose así con la innovación y los negocios hasta el punto que en la escuela primaria llegó a idear una pasta de dientes casera.

En 1939, se graduó en Literatura Inglesa por la Escuela Rosemont de Filadelfia (Pennsylvania). Poco después, se desplazó a Nueva York, donde trabajó como ayudante de edición en las revistas de moda y belleza Vogue y Harper’s Bazaar. En 1942, contrajo matrimonio con James F. Donovan, un importador de cuero, lo que implicaba tener que adoptar el apellido de su marido y dejar su empleo en Nueva York. La pareja se instaló en Saugatuck, un barrio de Westport (Connecticut), y estuvo unida hasta 1971. Con el nacimiento de su primera hija (1946), Marion tuvo que enfrentarse, al igual que tantas otras madres, con la engorrosa e ineludible tarea de lavar constantemente los pañales sucios y la ropa manchada.

Antiguas civilizaciones como los egipcios, los romanos o los aztecas contenían la suciedad de los bebés envolviéndoles el vientre y las piernas mediante hojas vegetales o pieles de animal. Al menos desde el siglo XVIII, los pañales ya estaban hechos en algodón, llevando imperdibles como medios de cierre. En el siglo XIX, se fabricaban en color blanco siguiendo un patrón rectangular o cuadrado, en materiales textiles como franela, lino, tejido elástico de punto, felpa o muselina. Por lo general, los pañales húmedos no solían lavarse, sino que se dejaban secar al calor del fuego, lo que a la postre causaba molestas erupciones y peligrosas infecciones en los bebés. A principios del siglo XX, se hizo costumbre hervir los pañales en grandes ollas para reducir los salpullidos y las enfermedades, lo que requería una gran cantidad de tiempo y de energía. En la década de 1940, la mayor parte de los pañales eran de algodón, de forma rectangular, y se doblaban siguiendo un procedimiento estandarizado que las mujeres aprendían de sus madres. Asimismo, en aquellos años, era frecuente recubrirlos con calzones de lana o incluso de caucho para evitar las fugas. Aunque los cubre pañales de goma eran fácilmente lavables y reutilizables, los médicos desaconsejaban su uso porque retenían la humedad y dañaban la piel del niño, favoreciendo la proliferación de gérmenes al no permitir la circulación del aire. En cualquier caso, las molestias y las enfermedades se debían sobre todo a la larga permanencia del niño en contacto con sus propias heces y a una ineficiente higiene durante el lavado y el cambio de los pañales, todo lo cual provocaba un constante lamento de las criaturas y una fatigosa labor a las madres.

Además, el trabajo de limpieza no solo se limitaba al cambio de pañales o al aseo del bebé, sino que abarcaba el lavado de la ropa de cama, de los vestiditos o de cualquier otra superficie que se viera afectada por la incontinencia infantil. Así que, para poner término a todos aquellos inconvenientes, Marion Donovan fabricó un cubre pañal cosiendo trozos de una cortina de baño hecha en el mismo nylon que los paracaídas, un material impermeable muy abundante en la época y lo suficientemente flexible y transpirable, incorporando además unos botones de cierre a presión para conseguir la máxima fijación y prescindir de los tradicionales imperdibles, poco prácticos y muy peligrosos. Los buenos resultados de su invento llegaron de inmediato: podía reutilizarse al ser fácilmente lavable, desaparecieron las erupciones cutáneas y el riesgo de pinchar al bebé con el imperdible, y tanto las sábanas como la ropa del bebé permanecían secas, lo que redundaba en una mayor tranquilidad de la niña y en un menor volumen de colada para la madre.

Donovan bautizó el cubre pañal como “Boater” por su parecido a un bote de navegar (“boat”). Dado que ninguna empresa se interesó en fabricarlo o comercializarlo, en 1949 ella misma creó su propia compañía, Donovan Enterprises, y lo ofreció a la venta en los grandes almacenes Saks Fifth Avenue de Nueva York. El éxito del cubre pañal fue instantáneo, al producirse en el contexto de explosión demográfica conocido como “Baby Boom” tras el fin de la IIª Guerra Mundial. Asimismo, a lo largo de los años 1949 y 1950, Donovan lo protegió a través de cuatro patentes (nos. 2.556.800, 2.575.163, 2.575.164 y 2.575.165), concedidas todas en 1951. Aparte de las ventajas ya reseñadas con anterioridad, el cubre pañal podía ajustarse en tamaño al proceso natural de crecimiento del bebé y adaptarse confortablemente a su anatomía, no oprimía la cintura ni las piernas, se prescindía de elementos auxiliares como felpas empapadoras, protegía también de la suciedad a las madres o cuidadoras, fomentaba la autonomía del niño durante sus primeros pasos y podía ponerse cómodamente en una sola aplicación. Donovan también obtuvo por este invento una patente canadiense (nº 482174 de 1952) y un modelo de utilidad español (nº 39242 de 1953). En 1951, vendió los derechos de las patentes por un millón de dólares a la compañía fabricante de ropa infantil Keko Corporation, domiciliada en Kankakee (Illinois).

Con el dinero conseguido, Donovan decidió abordar otra innovación igualmente relacionada con el bienestar infantil y familiar: el pañal desechable. Esta prenda ya había aparecido en la década de 1930, comercializada en Reino Unido por la empresa de material médico Robinson & Sons, radicada en Chesterfield (Inglaterra). En 1944, el ingeniero sueco Hugo Drangel (1890-1966) ideó para la compañía papelera Pauliström un pañal confeccionado a base de láminas de papel tisú (guata de celulosa) dentro de una cubierta de goma, si bien el material resultaba áspero a la piel del niño y se desmenuzaba al humedecerse. En 1947, el ama de casa británica Valerie Hunter-Gordon (1922-2016) diseñó un sistema doble de pañal desechable y de cubierta lavable. El primero combinaba un tejido de celulosa para la absorbencia y una suave lana de algodón para proteger la piel. La cubierta estaba hecha en material plástico (PVC) resistente al agua y podía ajustarse perfectamente a la cintura y a las abertura de las piernas sustituyendo los imperdibles por botones a presión, siendo fácil de poner y quitar, así como de ser lavada sin desgastarse. En 1949, Hunter-Gordon protegió su invento mediante dos patentes británicas (nº 665724 y nº 666676) a la que se sumaron otras en diez países (Canadá, Irlanda, Sudáfrica, Nueva Zelanda, Australia, Francia, Suiza, Holanda, EEUU y Alemania). A finales de ese año, el pañal comenzó a ser comercializado con el nombre de “Paddi” por Robinson & Sons, alcanzando unas ventas considerables durante la década de 1950.

El principal obstáculo para obtener un pañal desechable estaba en que el material empleado (algodón o celulosa) no bastaba con que absorbiera la humedad, sino que también era necesario que la mantuviera lejos de la piel del bebé para así no producirle irritaciones. En 1947, este problema fue resuelto por Raymond Seymour y George Schroder, ingenieros del Instituto de Investigaciones Textiles de la Universidad de Chattanooga (Tennessee), quienes registraron dos patentes (nº 2.486.805 y nº 2.486.805) para un pañal compuesto de celulosa y sustancias plásticas del género de los copolímeros (estireno anhídrido maleico) y de los poliéteres (glicol polietileno). El diseño del pañal consistía en una lámina doblada de tal manera que en el centro quedaban hasta cinco capas. El invento fue comercializado por la empresa Henry H. Frede & Company de Chattanooga, aunque con muy poca repercusión. En 1949, Johnson & Johnson suministraba pañales desechables (conocidos comercialmente como “Chux”) específicamente a líneas aéreas trasatlánticas con la finalidad de ser usados por los pasajeros que volasen acompañados de niños pequeños. En 1950, la sueca Pauliström fabricaba rollos de celulosa introducidos en una malla de punto que el consumidor tenía que cortar e insertar dentro del cubre pañal. Estos primeros pañales desechables tenían muy poca capacidad absorbente (no más de 100 mililitros) y resultaban demasiado caros, por lo que se usaban en ocasiones especiales como viajes o visitas al médico.

Por su parte, Donovan topó con las mismas dificultades técnicas que Seymour y Schroder habían resuelto en sus patentes. Tras muchos experimentos, encontró una composición de papel robusto y absorbente que permitía a la humedad decantarse hacia el fondo dejando seca la superficie. Buscó a fabricantes de papel que pudieran hacer los pañales con dicho material, pero ninguno quiso comprometerse al considerar la idea ridícula, inútil e impracticable. Ante la dificultad de encontrar inversores, Donovan no llegó a registrar su idea de pañal desechable y acabó haciéndolo con un proyecto menos ambicioso. Así, en 1951, obtuvo una patente (nº 2.627.974) a favor de mejoras en los pañuelos faciales de papel, referidas especialmente al modo de ir plegados y empaquetados para poder ser extraídos por el usuario a voluntad. En los años 1956, 1961 y 1967, perfeccionó este invento con tres patentes más (nº 3.007.065, nº 3.119.516 y nº 3.338.469), haciéndolo también en Francia, Alemania y Canadá. En EEUU, el “Pampers”, el primer pañal desechable que tuvo repercusión comercial, no llegaría hasta 1961, inventado por el ingeniero químico Victor Mills (1897-1997) y fabricado por Procter & Gamble Company, con sede en Cincinnati (Ohio).

En 1957, Donovan recibió una nueva patente (nº 2.811.281), esta vez para un contenedor-dispensador de sustancias fluidas provisto de un dispositivo desmontable para la medida exacta de las cantidades expendidas. Al año siguiente, se graduó en Arquitectura por la Universidad de Yale (Connecticut), lo que años después (1981) la permitiría diseñar su propia casa en Greenwich (Conn.). En 1960, registró otro invento, cuya patente (nº 3.067.478) le fue concedida en 1962. Se trataba de una liga para medias de mujer, ajustable a la cintura, fácil de usar con una sola mano y adaptable a la elasticidad de la prenda. En 1966, obtuvo una patente (nº 3.292.841) a favor de una caja-contenedor para tiendas de ropa o calzado de manera que los artículos fuesen accesibles y visibles sin dificultad. Asimismo, aquel año le fueron otorgadas otras dos patentes (nos. 3.270.948-50), esta vez para unos sistemas de sobres postales que también recibieron protección en Alemania, Canadá y Gran Bretaña.  La primera de ellas consistía en un envoltorio cuyas caras eran reversibles gracias a unas aletas que, al ser dobladas, permitían la reutilización por parte del destinatario. La otra patente era un sobre desplegable y combinado con una hoja de escribir.

En 1968, Donovan registró un sistema de cremallera que disponía de un cordel elástico para evitar las incómodas maniobras de cierre en los vestidos que se abrochaban por la espalda. En 1971, lograba la patente (nº 3.599.372) de este sencillo y útil invento que llegó a comercializarse como “Zippity-Do”.  En la misma fecha, le fueron concedidas otras dos patentes (nº 3.595.554 y nº 3.620.553). La primera consistía en la combinación de una plantilla y de un dispositivo de sujeción para ser empleados durante el perforado de los márgenes de hojas de papel, de modo que éstas pudieran archivarse homogéneamente dentro de carpetas y de clasificadores de anillas. La otra invención, pensada para el pequeño comercio, abarcaba una libreta de cheques que incorporaba un registro duplicado de la información.

En 1979, Donovan recibió una patente (nº 4.169.534) a favor de una percha de ropa con capacidad para colgar ordenadamente hasta treinta prendas, permitiendo gran ahorro de espacio en los armarios. Esta innovación llegó a ser comercializada bajo el nombre “Big Hang-up” por la propia compañía de la inventora. En 1983, Donovan registró su último invento, también muy exitoso y que, por así decirlo, enlazaba con la inquietud creativa que había demostrado durante la niñez. Se trataba de un tipo de hilo para la higiene bucodental, por el que obtuvo en 1985 la patente nº 4.523.600. En 1819, el dentista estadounidense Levi Spear Parmly (1790-1869) fue el primero en recomendar a sus pacientes el uso de hilo de seda para desalojar los restos de comida que aún quedaban en los intersticios dentales y en las encías tras el cepillado. Sin embargo, este filamento no empezó a comercializarse hasta 1882, por la compañía bostoniana Cordman & Shurtleff. La primera patente para este producto llegó en 1898, a cargo de Johnson & Johnson, que lo fabricaba desde dos años antes con el mismo hilo quirúrgico de los cirujanos. En la década de 1940, el médico Charles C. Bass (1875-1975) reemplazó la seda por el nylon, consiguiéndose así una mayor resistencia y consistencia de los hilos dentales, además de poder ser producidos en grandes longitudes y distintos grosores, lo que redundó en su rápida aceptación por dentistas y pacientes.

La patente de Donovan pretendía favorecer el uso del hilo dental entre los niños, ya que los principales inconvenientes se encontraban en la manipulación de los filamentos habitualmente comercializados, al ser muy largos (entre 90 y 100 metros) y estar dispuestos en carretes, requiriendo ser desenrollados y cortados, así como mantenerlos en la tensión adecuada, lo que suponía para su uso tal grado de destreza que los hacía poco atractivos o, incluso, podían provocar cortes en los dedos de los usuarios. Para superar estas deficiencias, Donovan concibió un hilo dental de forma circular e individualizada, lo que simplificaba su empaquetado y su manipulación, ahora mucho más cómoda, segura y versátil. Entre 1991 y 1995, Donovan realizó entre cientos de dentistas y farmacéuticos de todo el país una intensa campaña comercial de su invento, bautizado como “DentaLoop”. En 1996, obtuvo una nueva patente (nº 5.560.377) donde lo perfeccionaba, combinando dos hilos (hechos en nylon), uno mono filamentoso (para la limpieza entre los dientes o sobre los puentes) y el otro de filamento múltiple (para una higiene más completa).

Marion Donovan falleció en Nueva York a la edad de 81 años,  a causa de una dolencia cardíaca, tan solo cuatro meses después de que lo hiciera su segundo marido, el empresario hípico John F. Butler (con el que se había casado en 1981). En 2015, Donovan fue reconocida con su inclusión en el National Inventors Hall of Fame.

Autora: Raquel Pintado Heredia
Editor: Luis Fernando Blázquez Morales