Museo Virtual

Cochrane, Josephine Garis

Patente estadounidense nº 355139
Patente estadounidense nº 355139
Patente estadounidense nº 391782 de 1888
Patente estadounidense nº 391782 de 1888
Máquina lavavajillas de Cochrane presentada en la Exposición Universal de Chicago
Máquina lavavajillas de Cochrane presentada en la Exposición Universal de Chicago
Patente estadounidense nº 512683 de 1894
Patente estadounidense nº 512683 de 1894
Publicidad del lavaplatos Garis-Cochrane (1903)
Publicidad del lavaplatos Garis-Cochrane (1903)
Patente estadounidense nº 852419 de 1907
Patente estadounidense nº 852419 de 1907

Cochrane, Josephine Garis (1839-1913). Inventora y empresaria estadounidense, creadora del primer lavavajillas funcional. Nació en el condado de Ashtabula (Ohio). Su padre, John Garis, era un ingeniero civil que había participado en la fundación y desarrollo de Chicago (1837), inventando una bomba desecadora de terrenos pantanosos y supervisando la construcción de serrerías y batanes hidráulicos a lo largo del río Ohio, tarea en la que Josephine le acompañó de pequeña y le sirvió de incipiente formación en mecánica. Asimismo, su bisabuelo materno fue el relojero e ingeniero John Fitch (1743-1798), inventor del “Perseverance” (1787), el primer barco de vapor operativo en los EEUU (en el río Delaware), que llegó a patentarlo en 1791 (en su país y en Francia).

Josephine Garis estudió inicialmente en un instituto privado de Valparaiso (Indiana). Tras el incendio de la escuela, se trasladó a Shelbyville (Illinois), donde completó su formación. Allí, en 1858, se casó con William Apperson Cochran (1831-1883), un próspero comerciante textil e influyente político local del Partido Demócrata, masón y miembro de la Iglesia Unitaria. Gracias a los contactos del marido, la casa de la pareja pronto se convirtió en centro de la vida social de Shelbyville y lugar de celebración de numerosas fiestas. Sin embargo, la vajilla doméstica compuesta de caras porcelanas chinas (pertenecientes a la familia desde el siglo XVII) sufría de roturas o desperfectos por motivo del lavado manual de los sirvientes, así que Josephine pensó en alguna alternativa que también aliviara a las amas de casa en la penosa tarea de lavar los platos después de las comidas.

En general, el trabajo de lavar platos a mano en las cocinas de restaurantes y comedores de la época era agotador y muy desagradable, a causa de la suciedad, los malos olores y la atmósfera sofocante provocada por el agua caliente. Además, se encontraba muy mal pagado, si bien los lavadores eran dueños de la capa de grasa que quedaba en el agua y que vendían a los fabricantes de jabón. El procedimiento empleado habitualmente era remojar las vajillas en agua jabonosa caliente, fregarlas con una toalla vieja de lino y secarlas mediante velas.

La idea de una máquina lavaplatos no era nueva y ya había sido patentada anteriormente en EEUU varias veces pero sin relevancia comercial (por su complejidad de uso o su poca utilidad). En 1850, Joel Houghton (1793-?), residente en Ogden (Nueva York), obtuvo una patente (nº 7653) para un recipiente cilíndrico de madera o metal en el que se depositaban los elementos de la vajilla y eran lavados echando agua con fuerza sobre ellos a la vez que se hacía girar manualmente un eje dotado de palanca y cubo. En 1863, Gilbert Richards y Levi A. Alexander (ambos de Massachusetts) registraron un limpiador de platos y tazas (patente nº 42280) compuesto por una rueda adaptada para arrojar agua contra la vajilla desde dentro del recipiente. Posteriormente, estos dos inventores protegieron por separado sus propios modelos (patentes nº 51000 y nº 61256). Así, en 1865, Alexander partió de la anterior patente e introdujo una serie de mejoras como un nuevo sistema de estantes para colocar los platos, una tapadera para evitar que el agua se saliera y se desperdiciara, una válvula-resorte de drenaje y un fondo cóncavo. Por su parte, en 1867, Gilbert diseñó una máquina por completo distinta, de aspecto longitudinal, que combinaba un tamiz metálico, ruedas dentadas y un mango con paletas.  

A la muerte de William Cochran, quedaron al descubierto numerosas deudas que condujeron a su viuda a modificar su apellido de casada (añadiendo la letra e al final) y a ponerse manos a la obra en la tarea de construir un aparato lavavajillas. El procedimiento era similar al de las patentes de Houghton, Richards y Alexander: lanzar chorros de agua sobre los platos firmemente sujetos en anaqueles. La máquina fue construida en el establo de la residencia de los Cochran con ayuda de un amigo mecánico ferroviario. Los contenedores metálicos para depositar los platos, tazas y cubiertos fueron hechos a medida de las distintas piezas e iban situados dentro de una rueda que reposaba sobre una superficie plana en el interior de una caldera de cobre. La principal novedad estaba en incluir agua caliente expulsada a presión a través de una bomba manual. Además, un motor hacía girar la rueda con los platos mientras los chorros de agua enjabonada salían desde el fondo de la caldera y lavaban la vajilla. La máquina podía lavar automáticamente en dos minutos hasta 200 platos, que eran secados con aire caliente en los propios estantes.

En 1886, Josephine Cochrane recibió una primera patente (nº 355139) por su invención. A continuación, estableció en Shelbyville la empresa Garis-Cochrane Dish Washing Machine Company, con el objeto de difundir comercialmente el aparato mediante visitas a los posibles clientes realizadas por la propia inventora (activa en ello hasta 1912) o también a través de publicidad, redactada asimismo por Cochrane e insertada en periódicos con destino a hoteles, restaurantes, comedores, hospitales y colegios. La producción fue encomendada a F. B. Tait Manufacturing Company, domiciliada en Decatur (Illinois). El primer cliente llegó en 1887 y fue el hotel Palmer House de Chicago, al que siguieron otros más en la ciudad y en varias localidades del Estado. Las máquinas costaban entre 150 y 800 dólares cada una, pudiendo lavar y secar en veinte minutos la vajilla usada por un centenar de comensales (en una hora la de 400).

En 1892, Cochrane llevaba gastados 25000 dólares en la fabricación de sus lavaplatos. Para entonces, su invención ya era reconocida en la prensa de la época como un hito revolucionario de la vida doméstica y de la emancipación femenina. Al año siguiente, presentó hasta nueve aparatos en restaurantes y pabellones de la Exposición Universal de Chicago, donde obtuvo un diploma y una medalla como premios a la mejor construcción mecánica por su durabilidad, adecuación, productividad y calidad, compitiendo victoriosamente contra lavavajillas no automáticos de inventores nacionales y extranjeros. En 1897, creaba la empresa Cochran’s Crescent Washing Machine Company, también en Shelbyville, pero ahora con el propósito de fabricar las máquinas e introducirlas en las cocinas domésticas. 

Entre 1887 y 1909, Cochrane registró cinco patentes más (nº 391782, nº 512683, nº 731341, nº 852419 y nº 1.009.223) para distintos modelos de lavaplatos perfeccionados en cuestiones como el ahorro de agua, jabón, energía o piezas, la mejora de las boquillas de descarga o la introducción de mecanismos de bombeo, un deflector automático, rotación intermitente, manguera de drenaje, doble recipiente, una canasta protectora de la vajilla o un pequeño modelo adaptado específicamente a los hogares (comercializado a partir de 1911). Incluso, en 1914, llegó a obtener una patente póstuma (nº 1.223.380). Josephine Cochrane falleció en Chicago a la edad de 74 años (posiblemente de un accidente cerebrovascular). En 1916 y 1926, sus empresas fueron adquiridas por The Hobart Manufacturing Company.

Aunque los lavavajillas de Cochrane tuvieron un relativo éxito para uso industrial y conseguían una notable higiene, encontraron numerosos rechazos por parte de trabajadores de cocina (al ver peligrar sus empleos) y tampoco llegaron a convertirse en elementos habituales dentro de los hogares a causa del elevado precio y el excesivo tamaño de los aparatos, las rudimentarias instalaciones de agua caliente o los prejuicios machistas.

El primer lavaplatos eléctrico no llegó hasta 1913, desarrollado por Watson Brothers Dishwasher Company, de Syracusa (Nueva York) y asimismo responsable unos años antes (1909) de una máquina lavavajillas que funcionaba a gasolina. En 1924, el militar británico William Howard Livens (1889-1964) registró en su país una patente (nº 219103) a favor de un pequeño lavavajillas adaptado para uso doméstico y con aspectos presentes en las máquinas de hoy en día como la puerta frontal de carga, un rociador giratorio o elementos de secado (añadidos en 1940). En 1932, General Electrics (tras hacerse con Watson Brothers) lanzó al mercado una marca de lavavajillas con diversas mejoras: recipiente cuadrado, mando de control, anaqueles recubiertos de goma y válvula automática de medir el nivel del agua. Sin embargo, la difusión de los lavavajillas domésticos no llegó hasta el crecimiento demográfico de la década de 1950, aunque inicialmente sólo accesibles a las clases pudientes y vendidos como elementos independientes o aparatos portátiles. A partir de la década de 1970, gracias a la popularidad de las encimeras y de los armarios de cocina en alto, los lavavajillas llegaron a la clase media de EEUU y Europa Occidental, pudiendo venderse en tamaños y diseños estandarizados como unidades modulares que podían integrarse sin dificultad junto a otros electrodomésticos de la cocina.

Autor: Raquel Pintado Heredia
Editor: Luis Fernando Blázquez Morales

BIBLIOGRAFÍA

IMÁGENES:
http://c14608526.r26.cf2.rackcdn.com/91C195B2-6F2C-4E3C-9F01-4DB131104FE6.jpg (retrato)
United States Patent and Trademark Office: patentes nº 355319 (firma), nº 391782, nº 512863 y nº 852419)
http://learningabe.info/dishwasherpictures.html (lavavajillas)
https://ia601407.us.archive.org/13/items/chicagobluebooko1903chic/chicagobluebooko1903chic_bw.pdf (publicidad)
BIBLIOGRAFÍA:
FENSTER, Julie M.: The Woman Who Invented the Dishwasher; American Heritage of Invention & Technology, 1999, pp. 54-61.
SNODGRASS, Mary Ellen: Encyclopedia of Kitchen History; Nueva York, Fitzroy Deaborn, 2005, p. 320; en: https://books.google.es/?hl=es
COLE, David John, BROWNING, Eve y SCHROEDER, Fred E. H.: Encyclopedia of Modern Everyday Inventions. Wesport (Conn.) & Londres, Greenwood Publishing Group, 2003, p. 100.
MACDONALD, Anne: Feminine Ingenuity: How Women Inventors Changed America; Nueva York, Ballantine Books. 1994.