Monturiol Estarriol, Narciso (1819-1885). Inventor y político español, uno de los principales promotores del submarino moderno. Nació en 1819 en Figueras (Gerona) dentro de una familia de artesanos toneleros. Acabó su enseñanza secundaria en Filosofía en 1835 y se matriculó al año siguiente en Leyes en Barcelona sin que se tenga constancia de si finalizó o no los estudios. No llegó a ejercer la carrera al preferir el estudio de las ciencias y el activismo ideológico. De hecho, a lo largo de su vida ejerció diversas actividades profesionales, desde la política pasando por la banca, el periodismo y la impresión. Representante destacado del socialismo cabetiano en Barcelona, Monturiol dirigió, en esa ciudad diversos periódicos políticos (La Madre de Familia, La Fraternidad, El Padre de Familia). Durante la efímera I República ejerció los cargos de diputado por Manresa y director de la Fábrica Nacional de Sello.
En 1848 tuvo que exiliarse brevemente a Francia. De vuelta en Cadaqués, en el Ampurdán, pronto se interesó por las penosas condiciones de los pescadores de coral de la zona. Hacia 1855 ya había concebido la necesidad de un aparato sumergible que posibilitara una fácil explotación industrial de los yacimientos submarinos. En 1857 formó en Barcelona una sociedad anónima con varios socios -Monturiol, Font, Altadill y Cía.- una empresa para realizar el proyecto. El equipo técnico estaba conformado por el artesano Josep Missé, el arquitecto Joan Monjo, los profesores de la Escuela Industrial de Barcelona Llorenç Presas, Josep Roura y Pere Roqué, además de Josep Giró Romá, profesor de la Escuela Normal.
Un año después Monturiol presentaba una primera memoria sobre un sumergible de siete metros de largo, con una capacidad de siete metros cúbicos, con aspecto pisciforme y casco hecho en madera y cobre, llamado "Ictíneo" (en griego antiguo ΙΧΘΥΣ "Pez-Barco"). Sus principales novedades eran la doble cámara para resistir mejor la profundidad, los diversos sistemas de depósitos para la inmersión y el oxígeno, así como un ventilador-purificador del aire y dos juegos de hélices (horizontales y verticales) con los que sumergirse y propulsarse alternativamente.
En 1859 el "Ictíneo" fue construido y botado en la Barceloneta, navegando bajo el agua durante algo más de dos horas con propulsión humana. La inmersión tenía lugar inundando cuatro tanques. Por seguridad también contaba con lastres sólidos en caso de tener que ascender a la superficie de forma rápida. Llegó a realizar 54 inmersiones, pero la falta de un mecanismo de generación de oxígeno seguía limitando la inmersión. Al año siguiente, Monturiol presentó un segundo modelo con gran repercusión en medios académicos, políticos y periodísticos, por lo que se llegó a abrir una suscripción popular a nivel nacional para financiarlo ya que el apoyo gubernamental no se produjo. Gracias a la recaudación pudo realizarse en 1861 una nueva demostración en Alicante con la presencia de altas autoridades políticas y castrenses. Al poco, Monturiol aceptó la oferta gubernamental para idear un sumergible de mayores dimensiones, pero desanimado ante la apatía de la administración, en 1864 impulsó la sociedad que un año después construyó en Barcelona el "Ictíneo II".
En esta ocasión, Missé llevó la dirección de los trabajos de construcción, pero Monjo fue quien supervisó personalmente la construcción de este segundo navío, además de participar en su diseño como se desprende de los planos de piezas mecánicas y otras partes del Ictíneo II que llevan su firma. Al equipo se incorporó un joven estudiante de ingeniería industrial, Josep Pascual Deop, quien fue el responsable de supervisar todas las cuestiones relacionadas con la renovación del aire del interior de la cámara, aunque hubo también otras colaboraciones como las del profesor Damàs Calvet. El Ictíneo II estuvo concebido con fines militares, de dimensiones mucho mayores, con 17 metros de eslora, una capacidad interior de 29 metros cúbicos, podía albergar a veinte hombres y en teoría alcanzar una profundidad máxima de 50 metros.
Este aparato, a diferencia del anterior, utilizaba como fuente de energía el vapor, si bien no pudo botarse por dificultades económicas y técnicas. El problema con este segundo Ictíneo radicaba en que ciertas decisiones que se tuvieron que tomar se hicieron sin poder modificar el submarino. Este hecho condicionó que el tamaño de las piezas necesarias para montar en el interior del Ictíneo II la máquina de vapor, en sustitución de la energía humana del diseño original, no pudieran, por ejemplo, ser superiores a los 54 cm de diámetro de la escotilla de entrada.
En 1868 Monturiol se desentendió del proyecto y retornó a la vida política. Adscrito al Partido Federal, fue diputado en la Asamblea Constituyente de la Iª República (1873) y poco después director de la Fábrica de Timbre durante unos meses. De regreso a Barcelona, entre los diversos empleos, destaca como empleado de banca. En concreto de la que sería la Banca Mataró en 1882 y para la que redactaba el boletín mensual de la revista Anunciador Financiero.
La ausencia de una educación formal no le impidió ser un prolijo inventor y experto en ingeniería como se desprende de la memoria técnica póstuma (1891), financiada por la Compañía Trasatlántica, en la que se describen numerosos experimentos llevados a cabo, mostrando sus destrezas científico-técnicas. Las preocupaciones tecnológicas de Monturiol no se circunscribieron al submarino. También fue responsable de un sistema para copiar cartas, un cañón de descargas sucesivas, un sistema para aumentar el rendimiento de los generadores de vapor, una cortadora de piedra y una fórmula para conservar la carne, de la que parece que se apropió un subalterno que en Londres llegó a formar por su cuenta una boyante industria.
Monturiol patentó en España sólo una vez (1866): una máquina de hacer cigarrillos (priv. nº 4.221) que fue vendida a la Fábrica de Tabacos (Madrid) y que permitía hacer 45 cigarros en un minuto. Al parecer las propias trabajadoras de la fábrica destrozaron la máquina por temor a perder sus empleos y tuvo que ser indemnizado por la administración.
Completamente olvidado, falleció en 1885, en San Martín de Provençal, actualmente un barrio de Barcelona. Su cuerpo sería trasladado al cementerio municipal de Figueras en 1972. Murió, al igual que su principal competidor, Cosme García, arruinado. Su emblemático Ictíneo II fue embargado por sus acreedores, despiezado y vendido. Sin embargo, los modelos originales de los dos primeros Ictíneos pueden verse en el Museo Marítimo de Barcelona. El reconocimiento vino como siempre a título póstumo, cuando su nombre, en los años setenta del siglo XX, empezó a ser utilizado en calles, e incluso en submarinos de la marina española.
Autores: Luis Blázquez y Nadia Fernández de Pinedo
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