Cervera Baviera, Julio (1854-1927). Ingeniero militar, inventor, explorador, político, diplomático, pedagogo y periodista español, pionero de las telecomunicaciones inalámbricas. Nació en Segorbe (Castellón), hijo de un farmacéutico de ideología ilustrada y liberal dentro de un entorno con fuerte presencia del tradicionalismo y del absolutismo carlistas. Cervera estudió la primaria y la secundaria en su localidad natal, demostrando gran talento para las matemáticas y llegando incluso a fundar y dirigir El Parlanchín (1873), semanario crítico e inconformista. En 1872, comenzó Ciencias Físicas y Naturales en la Universidad de Valencia, abandonada en 1874 para ingresar en el Ejército como cadete de la Academia de Caballería de Valladolid y graduarse de alférez en 1875 (el número uno de su promoción).

Destinado a Zaragoza (1876) y a Valencia (1877), a finales de 1877 realizó su primer viaje a Marruecos (Fez y Larache), enviado extraoficialmente por las autoridades militares españolas con el objetivo de recabar información topográfica, lo que al regreso le valió distinciones castrenses y abundante material para su libro Geografía militar de Marruecos (publicado en 1884). En 1878, Cervera era admitido en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara, donde permaneció hasta 1882, consiguiendo el grado de teniente. Asimismo, en ese período, Cervera entró en la masonería (1879), muy presente en el estamento militar de la época; su apodo en la logia era “Volta”, debido a su interés por la electricidad. El primer destino como oficial de ingenieros estuvo en un regimiento de Barcelona, encargado de la docencia de los soldados.

En 1884, ante el inminente reparto de África por las potencias europeas (sancionado con el Tratado de Berlín de 1885), Cervera fue enviado por el mando militar a una misión secreta para explorar el interior de Marruecos (Tetuán, Tánger, Alcazarquivir, Fez, Rabat, Larache, Arcila) a fin de calibrar una eventual ocupación española del territorio rifeño y los posibles apoyos de las tribus indígenas. De regreso a España (1885), publicó Expedición geografico-militar al interior y costas de Marruecos y un par de artículos favorables a la presencia colonial española en el país magrebí. En 1886, retornó a África, esta vez por encargo de la Sociedad Española de Geografía Comercial, para una arriesgada exploración civil a través del Sáhara Occidental (850 km recorridos entre mayo y agosto) con vistas a recabar información científica (geográfica, geológica y natural) de territorios tan desconocidos como hostiles para la vida, y con el objetivo de firmar con el sultán local unos tratados comerciales (instalación de factorías pesqueras) que sirvieron para reclamar los derechos españoles sobre la región (conocida entonces como Río de Oro) y así convertirla en un protectorado, rentable también (a juicio de Cervera) a través de la explotación de salinas y de la conversión de los oasis en colonias agrícolas. En 1887, fundaba en Tánger el periódico El Imperio de Marruecos. 

A su regreso, recibió por su proeza sahariana numerosos homenajes públicos, el ascenso a comandante (1887) y el mando de un regimiento de zapadores-minadores con plaza en Barcelona, donde representó al Cuerpo de Ingenieros Militares en la Exposición Universal de 1888, año en el que fundó una logia masónica en Segorbe y sería nombrado agregado militar en Tánger. En la ciudad marroquí permaneció hasta 1890 y aprovechó para extender allí la masonería. A causa de un artículo suyo, crítico con la endeble política española hacia Marruecos, Cervera estuvo preso seis meses en el penal militar de Alicante (1891). Tras el arresto, se convirtió en héroe del republicanismo. En 1892, impulsó la instalación del alumbrado eléctrico urbano en Segorbe (la segunda ciudad española en disfrutarlo) y al año siguiente se presentó a las elecciones generales como cabeza de una lista republicana por su distrito natal, siéndole imposible acceder al Congreso a causa del pucherazo electoral de los conservadores.

Reincorporado al servicio activo, participó en la campaña de Melilla (1893-1894), tras la cual marchó a Canarias como ayudante de campo del gobernador militar. En las islas, diseñó el alumbrado de Santa Cruz de Tenerife (1894-1896) y el tranvía eléctrico entre dicha ciudad y La Orotava (1897). En 1898, fue destinado a Puerto Rico y al poco de llegar estalló la guerra contra los Estados Unidos. Cervera se puso al mando de la defensa de la costa norte de la isla. Instaló un heliógrafo para asegurar las comunicaciones entre Ponce y San Juan. Con poco más de 200 soldados atrincherados en zigzag (una táctica novedosa) rechazó el ataque de una fuerza enemiga diez veces mayor.

Repatriado a España tras el cese de las hostilidades (1899), promocionó a teniente coronel y fue comisionado por el Ejército para recabar información tecnológica en Francia, Alemania e Inglaterra, país donde trabajó junto al físico italiano Guglielmo Marconi (1874-1937) y pudo conocer las investigaciones de éste sobre telegrafía sin hilos (TSH). A consecuencia de ello, entre agosto y noviembre de 1899, Cervera registró tres patentes españolas (nº 24717, nº 24899 y nº 25038) y una británica (nº 20084) a favor de un procedimiento químico-mecánico con el que transmitir y recibir a distancia ondas eléctricas hertzianas produciendo señales y movimientos en aparatos y máquinas sin necesitar cables. Se trataba de un “telemando” concebido preferentemente para explotar minas y guiar torpedos por control remoto, anterior al “Telekino” (1903) del ingeniero español Leonardo Torres Quevedo (1852-1936). El sistema fue puesto en práctica en Madrid, en el taller del Batallón de Telégrafos (sito en el Cuartel de la Montaña), y varias mejoras en 1900 y 1901 recibieron protección legal en España (patentes nº 25906, nº 27228 y nº 28948) y otros países europeos (Alemania y Reino Unido). En realidad, el sistema era un perfeccionamiento del de Marconi: conductores más finos que facilitaban la instalación de las antenas, sustitución del puntero por un teclado, introducción de un multiplicador de frecuencia de ondas que permitía transmitir 26 palabras por minuto (frente a las seis del sistema del italiano). En 1901, elaboró un proyecto, destinado al Ministerio de la Guerra, para aplicar su invento a torpedos para su dirección y explosión a distancia, aunque sin llegar a plasmarse en ensayo alguno.

Anteriormente, en agosto de 1900, Cervera había sido designado director de la Escuela Superior de Artes e Industrias de Madrid, cargo del que dimitió a los ocho meses al serle imposible reformar los planes de estudios. En 1901, Cervera recibió el encargo de instalar la primera línea española de comunicaciones inalámbricas, entre Ceuta y Tarifa (32 km), empleando tecnología de su invención registrada en España al año siguiente bajo patente (nº 29197). En 1902, era nombrado director técnico de la Sociedad Anónima de Telegrafía y Telefonía sin Hilos con el propósito de establecer una transmisión entre Jávea (Alicante) y la isla de Ibiza (100 km). Aunque quizá pudo establecer una de las primeras comunicaciones radiofónicas (usando la voz humana y no el código Morse), en 1903 Cervera abandonó el proyecto por razones aún no aclaradas (falta de fondos, presión de empresas extranjeras, rivalidades personales, motivos ideológicos). Asimismo dejó el Ejército y toda investigación relacionada con la TSH.

A finales de 1903, establecía en Valencia la Internacional Institución Electrotécnica, denominada  Institución de Enseñanza Técnica a partir de 1911, una academia dedicada a la innovadora formación por correspondencia, tanto de ingeniería (mecánica, eléctrica y agrícola), como de sanidad e idiomas. Sin embargo, la capacidad inventora de Cervera no decayó, sino que estuvo relacionada con su nueva actividad. Entre 1908 y 1914, registró cinco patentes sobre diversas cuestiones: métodos de enseñanza a través de la correspondencia (nº 44447 y nº 48280) y del gramófono (nº 48482), un aparato electroterapéutico destructor de patógenos bacterianos (nº 52716) y envases para conservar frutas mediante gases y líquidos (nº 58501). La academia disfrutó de un gran éxito (200 alumnos matriculados el primer año), con una notable proyección internacional, refrendada por la alta calidad de su material didáctico (redactado por el propio Cervera).

Paralelamente a su actividad como pedagogo, Cervera retomó la acción política. Entre 1908 y 1914, ocupó un escaño de diputado por Valencia dentro de las filas del Partido Republicano Radical. En el Congreso, destacó por sus críticas contra la obsoleta situación del Ejército durante la Guerra de Melilla de 1909 y denunció la represión en Barcelona de las protestas populares contrarias a la guerra, llegando a ser agredido por diputados conservadores. Ese año se puso al mando de la dirección del diario valenciano El Radical. Tras el abandono de la carrera militar, Cervera intensificó su actividad masónica, creando varias logias en los EEUU y alcanzando el grado más alto del Gran Oriente Español. En 1916, desarrolló un medicamento antidiabético (presentado en América y comercializado en farmacias valencianas). Falleció en Madrid a los 72 años de edad en el más completo olvido.

Autor y editor: Luis Fernando Blázquez Morales