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Patente nº 12996

Patente española nº 12996 (globo rodante de Lucien Payn)
Patente española nº 12996 (globo rodante de Lucien Payn)
Patente suiza nº 4826 (izq.) y patente estadounidense nº 476893
Patente suiza nº 4826 (izq.) y patente estadounidense nº 476893
Cartel anunciador de la Exposición de Chicago de 1893
Cartel anunciador de la Exposición de Chicago de 1893
Demostración de globo cautivo en la Exposición de Chicago
Demostración de globo cautivo en la Exposición de Chicago
Vista panorámica de la Exposición de Chicago
Vista panorámica de la Exposición de Chicago
Globo de los hermanos Montgolfier y ascensión con vuelo cautivo realizada en la fábrica de Folie Titon (octubre de 1783)
Globo de los hermanos Montgolfier y ascensión con vuelo cautivo realizada en la fábrica de Folie Titon (octubre de 1783)
Globo de Vincenzo Lunardi sobrevolando Londres (1785)
Globo de Vincenzo Lunardi sobrevolando Londres (1785)
Porcelana de 1787 con un dibujo de una atracción del balonista Pierre Testu-Brissy (h. 1770-1829)
Porcelana de 1787 con un dibujo de una atracción del balonista Pierre Testu-Brissy (h. 1770-1829)
Actuación de Elisa Garnerin (1836)
Actuación de Elisa Garnerin (1836)
Globo rodante de Peter Nissen (1904)
Globo rodante de Peter Nissen (1904)

Patente nº 12996

Globo móvil por medio de un carrete impulsor automático.

En 1892, Lucien Payn, un ciudadano francés con residencia en París y en Sainte-Savine (Aube), obtuvo la patente española nº 12996 para un globo cautivo, cuyo movimiento se hacía a través de un carrete impulsor automático. El aerostato, denominado “Globo rodante” por su inventor, contenía gas hidrógeno. A través de un cable, el globo estaba unido a un carrete (no muy distinto del de una caña de pescar) que se movía sobre un carril doble (tampoco muy diferente al de una montaña rusa).

El invento estaba concebido como atracción de feria o distracción turística, con la intención de ser presentado en la Exposición Universal de Chicago (EEUU) a celebrarse en 1893. El globo portaba dos canastas para los pasajeros, una arriba de la otra. La más elevada se encontraba guarnecida interiormente con gran lujo, ya que estaba destinada al pasaje de primera clase. La inferior era de apariencia más modesta, aunque lo suficientemente acondicionada para albergar cómodamente a pasajeros de segunda. Tanto una como la otra iban engalanadas con banderolas de la enseña tricolor francesa.

El carrete iba montado sobre una plataforma cuadrangular, en la que también podían recibirse viajeros y estaba decorada con elegantes barandillas y unos banderines en las esquinas. El carrete tenía un rodillo o cilindro, que descansaba sobre un par de soportes fijados a la plataforma y donde el cable se arrollaba y amarraba. A su vez, la plataforma estaba encima de un receptáculo de unos 12 m3 de volumen y todo el conjunto reposaba sobre un doble juego de ruedas que corrían sobre el carril. Además, había dispuesto un mecanismo de freno que se activaba en caso de que el viento lanzara al globo hacia una dirección oblicua.

En el aparato no había otros motores que el viento y la potencia del ascenso, para el viaje de ida, y el peso y la gravedad, para el de vuelta. El receptáculo antes mencionado servía para llenarlo de agua cuando la plataforma llegase a su destino y aprovechar su peso para el descenso. El inventor había previsto distintos trayectos, siempre en pendiente elevada, gracias a que el carril descansaba sobre unas estructuras dispuestas cada cierto trecho, pudiendo alcanzar el encarrilado una altura de 35 metros y una longitud de unos cuatro kilómetros. En todo caso, la opción más viable era hacer que la estructura con el carril tuviera solo unos pocos metros y acabase en el pabellón francés de la Exposición de Chicago.

Payn registró su globo rodante en otros dos países al menos, en Suiza (patente nº 4846) y en Estados Unidos (patente nº 476893), también en 1892. En España, su invento no llegó a acreditar la práctica, por lo que la patente caducó al año de concederse, poco antes de comenzar la Exposición.

El invento de esta patente entronca con dos elementos que se encuentran en los orígenes mismos de la aerostación: el vuelo cautivo y su aplicación comercial como atracción destinada al ocio. En 1783, Jacques-Étienne Montgolfier (1740-1810) se convirtió en el primer aeronauta humano propiamente dicho, al ascender nueve metros en un globo de aire caliente atado a tierra, hecho sucedido en el patio de la Folie Titon, una fábrica parisina de papeles pintados, donde poco después sucedieron pruebas similares, aunque a más altura (81 y 105 metros), protagonizadas esta vez por los científicos Jean-François Pilâtre de Rozier (1754-1785) y André Giroud de Villette (1752-1787). Casi al mismo tiempo que en Francia, en noviembre de 1783, el ingeniero canario Agustín de Betancourt (1758-1824) dirigió la primera experiencia aerostática en España, realizada por un globo cautivo no tripulado (tipo Montgolfier) ante el rey Carlos III y su corte en la Casa de Campo de Madrid.

Aunque estuvieron animados por un interés científico y experimental, los primeros vuelos aerostáticos constituyeron unos espectáculos masivos que congregaban a decenas de miles de personas como antes jamás se había visto, alentadas por la contemplación de un fenómeno nuevo y maravilloso como era el vuelo de una máquina y sus tripulantes, algo que hasta entonces se había considerado imposible o simplemente demoníaco. Aunque también no es menos cierto que muchos acudían a las grandes plazas y las explanadas de los parques convencidos de que aquellos artefactos se vendrían abajo (lo que no les faltaba razón). Además, los colores deslumbrantes y los diseños artísticos plasmados en las telas de las aeronaves hacían aún más maravilloso lo que de por sí ya era maravilloso entonces. Un aeronauta que destacó por lo llamativo de las telas de sus globos fue el italiano Vincenzo Lunardi (1759-1806), responsable asimismo del primer vuelo tripulado sucedido en España (1792).

Además de las aplicaciones científicas, militares, aventureras o deportivas de la aerostación, desde fecha muy temprana los globos estuvieron presentes en espectáculos fastuosos de celebraciones oficiales y en actuaciones de carácter circense protagonizadas por paracaidistas, equilibristas o trapecistas que se acompañaban de aeronautas o que eran ellos mismos los aeronautas, aunque también existieron otras funciones aéreas, aparatosas y excéntricas, donde los balonistas aparecían subidos en plataformas aerostáticas y montados sobre animales como caballos, ciervos o bóvidos. Así fueron los casos de Pierre Testu-Brissy (a finales del siglo XVIII), Jean Magrat (1817), Charles Green (1825 y 1850) o  Madame Poitevin (1852).

Por ejemplo, Elisa Garnerin (1791-1850) fue una de las primeras balonistas profesionales que, además, realizaba saltos en paracaídas como exhibición (unos cuarenta entre 1815 y 1836), siguiendo la estela del inventor del mismo (1797), su tío André-Jacques Garnerin (1769-1823). En la década de 1850, fueron muy famosas las actuaciones del aeronauta francés Eugène Godard (1827-1890), uno de cuyos globos participó en los festejos de la boda real de Alfonso XII (1878).

En nuestro país, tuvo mucha popularidad el balonista Antonio Martínez Latur (1862-1889), más conocido como “Capitán Milá”, que desde 1877 (a la edad de quince años) realizaba espectáculos circenses en globo acompañándose de animales y pirotecnia. A principios del siglo XX, causaron furor las actuaciones en el trapecio de la aeronauta Mercedes Coromina, que en 1904, con solo 22 años, se convirtió en la primera mujer española en realizar una ascensión aerostática en solitario (sobre la antigua plaza de toros de Barcelona).  

Globos cautivos de grandes dimensiones se utilizaban en ferias, parques y exposiciones como reclamos de los propios acontecimientos e igualmente como atracciones donde la gente podía subirse para disfrutar de vistas panorámicas de un modo más seguro y confortable que en las ascensiones de vuelo libre.

En 1867, el ingeniero Henri Giffard (1825-1882), el inventor del primer dirigible funcional (1852), presentó en la Exposición Universal de París un gigantesco globo cautivo de 5000 m3 de hidrógeno, mientras que dos años después hacía lo propio con otro de 12000 m3 en la de Londres. En la Exposición de París de 1878, exhibió otro aún mayor (25000 m3), al que podían subirse hasta 40 personas a una altitud de 500 metros. Tal fue el éxito de este globo que se decía que, durante dos meses, Giffard hizo volar a más personas que en toda la historia de la aerostación hasta entonces. No fue el único caso. En 1888, Louis Godard (1829-1893), hermano de Eugène, hizo a lo largo de 110 días en la Exposición Universal de Barcelona un total de 1742 demostraciones con un globo cautivo con el que transportó a más de 18000 personas.

No obstante, habría que recordar que Lucien Payn no fue el único que inventó un “globo rodante”, aunque sí lo fue en su acepción aerostática. El otro globo rodante al que nos referimos fue inventado en 1904 por Peter Nissen (1862-1904), un aventurero de origen alemán que vivía en Chicago (la ciudad que motivó el invento de Payn). Nissen era amante de experiencias extremas tan reconocibles como lanzarse por los rápidos de las Cataratas del Niágara embarcado en un bote especial de su propia invención, como así hizo en 1901 (después de haber fracasado un año antes), siendo uno de las pocas personas en conseguir tamaño logro dentro de una embarcación que no fuera un tonel y, por descontado, en mantenerse a duras penas vivo para poder contarlo. 

Aquella proeza reportó a Nissen tal fama internacional que se animó a superarla. Así que planeó llegar al Polo Norte, cuando nadie había llegado (sucedería en 1909). Y pensó alcanzarlo inicialmente con un automóvil equipado con enormes neumáticos de baja presión que resistieran el áspero hielo del Ártico. Obviamente, a nadie en su sano juicio se le había planteado a principios del siglo XX intentar alcanzar el Polo Norte con los automóviles de aquella época (algo que solo se conseguirá con la tecnología de 2007). Solo se le ocurrió a Peter Nissen.

Seguidamente tuvo otra idea: crear una bolsa de lona de 35 metros de largo y unos 23 de diámetro, llenarla con gas hidrógeno, colocar debajo un automóvil y volar hasta el Ártico con todo ello. Una vez aterrizado sobre el hielo, desinflaría el globo y conduciría el coche hasta el Polo Norte. El globo podría ser reinflado con aire gracias a una bomba cuando tuviera necesidad de ello (utilizar el viento para impulsarse). Sin embargo, la idea del automóvil se le fue de la cabeza y quizá con ello se le fue la cabeza misma. Y no porque Nissan entrase en las no siempre claras lindes del sentido común y se le ocurrieran como medios alternativos de transporte unos vulgares trineos o unos esquís de toda la vida o un poderoso rompehielos o un dirigible sin más artefactos o, ya puesto, ir montado sobre un caribú, procedimientos que Nissen tenía a mano perfectamente.

Al final, aunque no en mitad de un rapto de lucidez, Nissen decidió inventar y construir un globo rodante inflado con aire, pero para rodar por el suelo y del tamaño de un globo aerostático con la forma de un enorme melón. Estaba hecho en una tela muy gruesa y resistente, en cuyo interior había un eje longitudinal sobre el que se sostendría una barquilla colgante donde iría doblemente enclaustrado el aprendiz de explorador ártico, aunque aguerrido piloto de aguas bravas. El artefacto, además, tendría dos llantas verticales de madera que impedirían al globo deformarse y sostendrían el citado eje. El control de la marcha del globo era posible gracias a un dispositivo que permitía a Nissen cambiar la posición de la barquilla sobre el eje para así levantar la extremidad del globo que ofreciera más resistencia al viento.

Como, aunque parezca lo contrario, Nissen era previsor, experimentó primero con modelos a pequeña escala, para luego fabricar el aparato definitivo, de 12 metros de largo y unos 6,5 de alto (el tamaño de la llantas). El plan de viaje no era, por supuesto, salir con el globo desde Chicago, sino llegar en un barco de vapor a un punto lo más cerca posible del Polo, armar en aquel punto el artefacto, introducirse en él y aprovechar la fuerza de los vientos boreales para que impulsaran el globo con él metido rumbo al cénit del orbe, a donde esperaba llegar en pocos días.

Como era previsor, aunque todavía siga pareciendo lo contrario, Nissen puso antes a prueba el enorme globo en el lago Michigan, para cruzarlo de punta a punta saliendo desde Chicago. Así pues, el globo soltó amarras con Nissan recluido en la canasta y la canasta embutida en el globo. Al principio, las corrientes de aire (que pueden ser feroces en aquel lugar) hicieron girar el globo sobre sí mismo, primero poco a poco y luego a mayor velocidad, pero finalmente Nissen debió de controlar el rumbo, porque ya a cierta distancia de la costa la nave pareció normalizarse (si es que una nave así puede normalizarse alguna vez) y alcanzar una velocidad sostenida, que era lo aconsejable. Dos días más tarde encontraron el cadáver de Nissan y los restos hechos trizas de su globo en la orilla contraria del lago. Nissan había bautizado su invento como “Foolkiller III”, el tercer “Mata-Bobos” de una saga de aparatos que se inició en los rápidos del río Niágara.

Autor y editor: Luis Fernando Blázquez Morales.

Última edición: enero de 2018

BIBLIOGRAFÍA

IMÁGENES:
OEPM: patente nº 12996
EPO: patente suiza nº 4826
USPTO: patente nº 476893
Biblioteca Nacional de España:
- Actuación de Elisa Garnerin (1836); en: Semanario pintoresco español; 24-7-1836, n.º 17, p. 5 (http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0003097265&page=5&search=Elisa+Garnerin&lang=es)
- El “Mata-Bobos” de Peter Nissen (1904); en: Caras y caretas; Buenos Aires, 8 de julio de 1905, n.º 353, págs. 81 y 83 (http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0004200774&page=81&search=%22Globo+rodante%22&lang=es)
https://en.wikipedia.org/wiki/File:1893_world_columbian_exposition.jpg (cartel de la Exposición de Chicago de 1893)
https://www.google.com/culturalinstitute/beta/asset/3gF5wC4XXns3ug (globo cautivo en la Exposición de Chicago de 1893)
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Chicago_World%27s_Fair_1893_by_Boston_Public_Library.jpg (vista panorámica de la Exposición de Chicago)
https://en.wikipedia.org/wiki/File:1783_balloonj.jpg (globo de los hermanos Montgolfier de 1783 usado en el ascenso sobre la fábrica de Folie Titon)
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Montgolfier_brothers_flight.jpg (ascenso del globo cautivo de los Montgolfier en la fábrica de Folie Titon)
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Julius_Caesar_Ibbetson_-_George_Biggins%27_Ascent_in_Lunardi%27_Balloon_-_WGA11831.jpg (Globo de Lunardi sobrevolando Londres en 1785)
https://en.wikipedia.org/wiki/File:Testu_Brissy_1787_plate_-_Udvar-Hazy_Center.JPG (porcelana de 1787 con un dibujo de una atracción del balonista Pierre Testu-Brissy [h. 1770-1829])