El fondo histórico del archivo de la OEPM

La Oficina Española de Patentes y Marcas cumple un importante cometido en el archivo y custodia de la información tecnológica y signos distintivos registrados en España a lo largo de la historia. Remontándonos en el tiempo podríamos encontrar el primer antecedente de la institución en la Junta General de Comercio y Moneda, creada en 1679 con el objeto de favorecer el crecimiento económico en el país, pues una de sus funciones era la de realizar exámenes de inventos y proponer al Rey la concesión de Reales Cédulas de Privilegio. La documentación a que dio lugar la actividad de la Junta se encuentra, hoy día, en el Archivo General de Simancas. Pero es el Real Gabinete de Máquinas del Buen Retiro, abierto en 1792, el que se convierte en el germen tanto de lo que actualmente es la OEPM -es decir el lugar de archivo de las patentes- como de la Escuela de Caminos, Canales y Puertos. En el Gabinete se almacenaban y mostraban modelos y planos de todo tipo de máquinas, así como la documentación resultante de la concesión de Reales Cédulas de Privilegio.

Cuando el 18 de agosto de 1824 Fernando VII autorizó la formación del Real Conservatorio de Artes, de inmediato se ordenó que la información tecnológica contenida en el Gabinete pasase a formar parte de sus fondos, concibiéndose la nueva institución, claramente ya, como registro de propiedad industrial además de cómo escuela de peritaje. El Real Decreto de 27 de marzo de 1826 sobre privilegios de industria lo señala, definitivamente, como lugar de archivo, custodia, tramitación y difusión de todo lo referente a las patentes (que todavía siguieron llamándose privilegios de invención), centralizando en él todas las cuestiones relacionadas.

El Real Conservatorio ha evolucionado a través de diversas instituciones hasta lo que hoy día es la OEPM (Real Instituto Industrial; Dirección Especial de Patentes, Marcas e Industria; Registro de la Propiedad Industrial), pero básicamente la actual Oficina sigue cumpliendo las mismas funciones que antaño, por supuesto, con la progresiva complejidad técnica y administrativa que ha causado el discurrir de los tiempos.

La eficacia en dichas funciones se hace patente, y nunca mejor dicho, en el hecho de que la documentación relacionada con el registro de inventos y signos distintivos ha permanecido en un buen estado hasta la actualidad. La OEPM conserva desde el privilegio de invención número uno (solicitado el mismo día que se promulga la Ley, es decir, el 27 de marzo de 1826) hasta la última solicitud realizada el día de ayer. Tiene a su cargo todas las modalidades de propiedad industrial (privilegios, patentes, modelos de utilidad, modelos industriales, dibujos industriales, marcas nacionales e internacionales, nombres comerciales, rótulos de establecimiento, etc.) las cuales suman millones de expedientes.

Los fondos históricos de la OEPM están constituidos, fundamentalmente, por dos tipos de colecciones: la de invenciones y la de signos distintivos. Además en el organismo existe una colección completa del Boletín Oficial de la Propiedad Industrial, que se edita periódicamente y sin interrupción desde 1886 para ofrecer información sobre las solicitudes, concesiones o incidencias en materia de patentes y marcas. El formato de la documentación es variado, estando compuesto, esencialmente, por expedientes administrativos y memorias descriptivas con planos y dibujos; libros de registro, toma de razón, pagos, etc.; álbumes; y modelos o muestras de los más variopinto (tela, metal, productos químicos...). Todo ello en diversos tipos de tamaño, volúmenes y formas.

Fondo de invenciones

Privilegios y Patentes

De todas las modalidades de propiedad industrial relativas a la protección de nuevas tecnologías, las más interesantes son los privilegios y las patentes. Ambas responden al mismo patrón, es decir, ambas son monopolios exclusivos que se concedían al que inventaba o introducía invenciones en España. El nombre de "privilegio" es defendido por Fernando VII, en 1826, como reacción a vocablos afrancesados y liberales, tales como patente o certificado. La diferencia entre privilegio y patente es simplemente nominal, por lo que pueden y deben ser considerados como una sola colección.

Los privilegios de invención e introducción se extienden entre el 27 de marzo de 1826 y el 30 de julio de 1878 (fecha de promulgación de una nueva ley sobre patentes que varía la denominación y fecha que coincide, prácticamente, con el inicio del período histórico que conocemos como Restauración). La documentación custodiada en la Oficina Española de Patentes y Marcas relativa a estos privilegios consiste en:

  • Expedientes administrativos ordenados desde el 1 hasta el 5.909 y organizados en carpetas individuales
  • Memorias descriptivas de los inventos relacionadas con estos expedientes depositadas en sobres lacrados, sellados y sin tamaño unificado, también numerados del 1 al 5.909.

A partir del 31 de julio de 1878, tras la promulgación de la nueva ley de patentes, el archivo de las solicitudes cambia. Permutan el nombre de privilegios por el de patentes y se renumeran, es decir, el que hubiera sido el privilegio nº 5.910, pasó a ser la patente nº 1. Desde este momento la documentación administrativa y las memorias descriptivas pasan a formar un sólo expediente, el conjunto de los cuales se almacenaba en forma de legajos. Por tanto, después de 1878 la documentación sobre patentes es de dos tipos:

  • Expedientes numerados que contienen los trámites administrativos y la memoria y planos de la invención (que ya no es necesario lacrar y mantener en secreto).
  • y los libros de registro, toma de razón, pagos de anualidades, etc. de las solicitudes de patentes

Sin embargo, tras 1878, se produce un fuerte aumento en el número de solicitudes, lo que provoca que la masa documental aumente también a medida que transcurre el tiempo. Entre julio de 1878 y 1902, año, este último, en el que se ha producido un nuevo cambio en la legislación sobre propiedad industrial (Ley de 16 de mayo), y año en el que accede al trono Alfonso XIII, inaugurando una segunda fase en la Restauración Borbónica, podemos encontrar 30.973 expedientes de patentes de invención e introducción y 130 tomos de libros de registro y toma de razón. En el siguiente período histórico, desde la llegada del Alfonso XIII hasta el golpe de estado del general Primo de Rivera (1903-1923), hay 57.873 expedientes de patentes y 170 tomos de libros de registro. Durante la dictadura de Primo de Rivera y hasta el fin de la II República Española, una vez terminada la Guerra Civil, es decir, desde 1924 hasta 1939, existen 58.868 expedientes y 191 tomos de libros de registro. Y por último, durante la dictadura del General Franco, entre 1940 y el 31 de diciembre de 1975, es posible encontrar 296.315 expedientes y 1.185 tomos de libros de registro. En total, entre 1878 y 1975 hay registrados 444.029 expedientes de patentes y 1.676 libros de registro y toma de razón.

Modelos de Utilidad

Los modelos de utilidad nacen con el Real Decreto-Ley de 26 de julio de 1929, al final de la dictadura de Primo de Rivera, y son una nueva forma de protección de los perfeccionamientos de orden práctico industrial, "que sin alcanzar la extensión científica ni la resonancia que puede tener una patente, es justo reconocerles una garantía, en premio a la mejora que supone su aplicación". Los modelos de utilidad afectan normalmente a instrumentos, herramientas, dispositivos u objetos ya conocidos, pero cuyo nuevo modelo aporta a la función a que son destinados un beneficio o efecto nuevo, o una economía de tiempo, energía, mano de obra, o una mejora de las condiciones higiénicas o psicofisiológicas del trabajo. En otras palabras, se trata de invenciones que no alcanzan el grado de patente y que son protegidas con un título, el de modelo de utilidad, que además constituye una particularidad de la legislación española, puesto que en otros países no existe como tal (por ejemplo en el Reino Unido). El resto de cuestiones (duración, puesta en práctica, etc.) son las mismas o similares a las de las patentes de invención. Los modelos de utilidad, por tanto, están íntimamente relacionados con las patentes y existe una colección completa de los mismos en la Oficina Española de Patentes y Marcas desde julio de 1929. Esta colección está compuesta por la siguiente documentación:

  • Expedientes numerados que contienen la información administrativa y técnica (planos y descripciones) de los modelos de utilidad registrados;
  • y libros de registro de las solicitudes.

Entre 1929 y 1939, es decir hasta el final de la Guerra Civil, existen 5.410 expedientes de modelos de utilidad y 22 libros de registro. En el siguiente período histórico, entre 1940 y 1975, el número de expedientes asciende a 212.454 y los libros de registro son 851; lo que hace un total de 217.864 expedientes y 873 libros. Los expedientes son de tamaño folio, almacenados en forma de legajos hasta el número 77.300 y en carpetas individuales a partir del modelo número 77.301. Los libros de registro tienen también un formato tamaño folio, similar a los libros de patentes, y son de gran volumen.

Modelos y Dibujos Industriales (Diseño Industrial)

Los modelos y dibujos industriales o de fábrica aparecen por primera vez en la legislación española en la Ley de 16 de mayo de 1902, en la que se les trata conjuntamente con las marcas, al menos desde el punto de vista formal (tramitación, concesión, etc.). Sin embargo, mediante la solicitud de protección sobre un modelo o un dibujo industrial, se conseguía salvaguardar la propiedad de aquellos diseños directamente relacionadas con la elaboración de un producto o resultado industrial, cuestión que los diferenciaba ya de las marcas de fábrica y comercio, puesto que no cumplían una función meramente distintiva, sino que, en ocasiones, iban a poder tener influencia en aspectos como la utilidad del producto. Por este motivo los modelos y dibujos industriales no pueden ser renovados tras su caducidad, al contrario que las marcas.

El Reglamento de 15 de enero de 1924, que regula la ejecución de la ley de 1902, va a dedicar su título V a dichos modelos y dibujos, que cada vez van adquiriendo más entidad propia y diferenciándose del resto de modalidades de la Propiedad Industrial. Será, sin embargo, el Real Decreto-Ley de 26 de julio de 1929 el que profundice en su organización, como se indica en el preámbulo de esta disposición:

El concepto de modelos y dibujos que admite nuestra ley, es preciso ampliarlo y modificarlo. Los modelos artísticos, las fotografías, etc. hoy están huérfanas de toda protección.... Es, pues, indispensable recoger en los preceptos de la ley la garantía de su registro para reconocerle el derecho a ejecutar y producir, vender y utilizar el modelo o el dibujo objeto de registro y acoger en sus preceptos los modelos artísticos, es decir, aquellas obras de arte cuya reproducción se hace con un fin industrial.

Por tanto, en el concepto de modelo y dibujo, van a quedar comprendidos, a partir de ahora, no sólo los catalogados como "industriales" sino también aquellos que se denominan artísticos, siempre que tengan aplicación industrial. El decreto-ley de 1929 dedica el capítulo III del título IV a los modelos y dibujos, dándonos por primera vez una definición de los mismos:

Se entenderá por modelo industrial todo objeto que pueda servir de tipo para la fabricación de un producto y que pueda definirse por su estructura, configuración o representación. Se entenderá por dibujo industrial toda disposición o conjunto de líneas o colores, o líneas y colores, aplicables con un fin comercial a la ornamentación de un producto, empleándose cualquier medio manual, mecánico, químico o combinados.

La organización de esta documentación en lo que fue el Registro de la Propiedad Industrial (actual Oficina Española de Patentes y Marcas) tiene dos fases bien definidas: entre 1902 y julio de 1929, en la que los modelos y dibujos industriales forman una sola colección; y entre julio de 1929 y 1975, en la que se separan las dos colecciones, formándose una de modelos industriales (y artísticos) y otra de dibujos. Hasta 1929, por tanto, los expedientes de modelos y dibujos se hallan mezclados indistintamente, al igual que las anotaciones en los libros de registro, por lo que no es posible determinar el número exacto de expedientes de cada modalidad por separado hasta que no se haga un estudio detallado de los mismos, aunque en las catas que hemos hecho predominan notablemente los modelos.

a) Modelos y dibujos industriales (1902-1929).

Durante el período 1902-1929 la colección relativa a modelos y dibujos industriales se compone de la siguiente documentación:

  • Expedientes numerados que contienen la información administrativa y los diseños del modelo o dibujo;
  • y libros de registro de las solicitudes de modelos y dibujos industriales, así como libros de entrada.

Entre 1902 y 1923, fecha del comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, se conservan en el archivo de la Oficina Española de Patentes y Marcas 3.583 expedientes de modelos y dibujos y 6 tomos de libros de registro. Desde 1924 hasta la promulgación de la nueva ley sobre Propiedad Industrial en julio de 1929, es decir, prácticamente durante la dictadura de Primo de Rivera, se conservan 3.540 expedientes y otros 6 tomos de libros de registro. Esto hace un total de 7.123 expedientes de modelos y dibujos industriales y 12 libros de registro, entre mayo de 1902 y julio de 1929. Además, hay 3 libros de registro general de entrada de modelos y dibujos, que tienen datos desde 1914 hasta 1929. Los expedientes tienen un tamaño de medio folio y se encuentran almacenados en legajos; y los libros de registro son de tamaño folio y de gran volumen y peso.

b) Modelos industriales y artísticos (1929-1975).

Como ya sabemos, a partir de julio de 1929 los expedientes y los libros de registro de modelos y dibujos se separan para formar dos colecciones distintas y diferenciadas. La de modelos industriales y artísticos, que va a continuar la numeración de la antigua colección de modelos y dibujos. Por tanto, comienza en el expediente número 7.124, y la de dibujos industriales, que empezará en el expediente número 1. La colección de modelos, a partir de 1929, está compuesta de la siguiente documentación:

  • Expedientes numerados que contienen los trámites administrativos y los diseños del modelo que se pretende proteger;
  • y libros de registro de las solicitudes de modelos industriales.

Entre julio de 1929 y 1939 (final de la Guerra Civil), encontramos 3.740 expedientes de modelos y 8 libros de registro. En el período 1940-1975, durante la dictadura del general Franco, el número de expedientes es de 75.110 y el de libros de registro de 105 tomos (que cubren el período 1940-1969, puesto que entre 1970 y 1975 no están en el archivo los libros de registro de los modelos). Esto hace un total de 78.850 expedientes y 113 libros de registro para el período 1929-1975. Los expedientes son de tamaño folio y se almacenan tanto en carpetas individuales como en legajos. Desde el inicio de la colección, es decir, desde el modelo 7.124 y hasta el expediente número 11.189, los expedientes se archivan en carpetas individuales, pasando al formato de legajos entre los modelos número 11.190 y 27.851. A partir del 27.852 y hasta el final (85.973) se pasa de nuevo a la carpeta individual. Los libros de registro son tamaño folio y de gran volumen y peso.

c) Dibujos industriales y artísticos (1929-1975).

A partir de julio de 1929 la colección de dibujos industriales se separa de la general de modelos y dibujos que se había venido manteniendo desde 1902. Desde esta fecha el Registro de la Propiedad Industrial inicia la nueva colección, organizada desde el expediente de dibujo industrial número 1 (pero no olvidemos que existen dibujos anteriores entre 1902 y 1929). Dicha colección se compone de la siguiente documentación:

  • Expedientes numerados que contienen la información administrativa y los diseños del dibujo que se pretende proteger;
  • y libros de registro de las solicitudes de dibujos industriales.

Entre julio de 1929 y 1939 solamente hay 723 expedientes de dibujos y 2 libros de registro. Desde 1940 a 1975 la cifra de expedientes es de 13.281 y los tomos de libros de registro son 18 (como en el caso de los modelos, los libros de registro sólo llegan hasta 1969, desapareciendo del archivo a partir de 1970). Todo ello hace una cifra de 14.004 expedientes y 20 libros de registro entre julio de 1929 y 1975. Además hay un libro titulado Dibujos Industriales que contiene una serie corta de registros de entrada del año 1961. Los expedientes son tamaño folio y se almacenan en carpetas individuales durante todo el período. Los libros también tienen tamaño folio y son de gran volumen y peso.

Fondo de signos distintivos

Marcas nacionales.

La colección más importante del fondo de signos distintivos es la formada por la documentación de marcas de fábrica, comercio e industria. Las marcas sirven para proteger productos y servicios, cualquiera que sea su clase y forma, con objeto de que el público los conozca y distinga, sin que pueda confundirlos con otros de la misma especie. Fue el Real Decreto de 20 de noviembre de 1850 el que por primera vez legisló sobre la concesión de "certificados de marcas", con la idea de que los propietarios de estos distintivos pudieran hacer valer sus derechos frente a los usurpadores. La colección, la segunda más antigua después de los privilegios, se compone de la siguiente documentación:

  • Expedientes numerados, que contienen la información administrativa de la marca, su descripción y, usualmente, un ejemplar de la misma (diseño o dibujo);
  • libros de registro e incidencias, que contienen, los primeros, los datos básicos de entrada del expediente y a veces el diseño de la marca, y, los segundos, las incidencias del expediente a lo largo de su vida administrativa (fechas de registro, renovaciones, etc.);
  • y álbumes, que contienen un ejemplar de la marca con su número de expediente, organizados por materias

Aunque la primera ley de marcas es de 1850, el registro número 1 de marcas nacionales comienza en 1866.

Entre 1866 y 1878, por tanto, podemos encontrar 674 expedientes de marcas y apenas 2 libros de registro. Entre 1879 y 1902, siguiente período histórico con el que estamos trabajando, hay 8.838 expedientes, 10 libros de registro y 13 libros de incidencias. Correspondientes al período 1903-1923, desde el comienzo del reinado de Alfonso XIII hasta la dictadura de Primo de Rivera, hay 43.313 expedientes, 11 libros de registro, y 87 libros de incidencias. Desde 1924 hasta 1939 hay 63.656 expedientes, 10 libros de registro y 127 libros de incidencias. Y por fin, entre 1940 y 1975, hay registrados 690.800 expedientes y 1.380 libros de incidencias, sin que exista ya en el archivo ningún libro de registro de entrada.

Esto hace un total de 807.281 expedientes, 33 libros de registro y 1.607 libros de incidencias, convirtiendo a esta colección en la de más volumen de todas las custodiadas en la Oficina Española de Patentes y Marcas.

Marcas internacionales.

Las marcas, al igual que las patentes, pueden tener un ámbito de protección internacional. Esto depende de los acuerdos establecidos entre diferentes países en materia de Propiedad Industrial. En 1883 se firmó el Convenio de la Unión de París para la Protección de la Propiedad Industrial, que es el texto básico, aún hoy día, de la protección internacional en esta materia. Pocos años después, el 14 de abril de 1891, se firma el Arreglo de Madrid sobre el registro internacional de marcas, que establecía que con una sola solicitud se pudiera proteger una marca en los diversos estados firmantes del Arreglo. Con esto no se anula el registro nacional de marcas, sino que se abre la posibilidad a que un propietario registrado en uno de los países miembros, mediante una solicitud de registro internacional, pueda garantizar sus derechos en cada uno de los países que designe, siempre que sean firmantes del Arreglo. Es la Organización Mundial de la Propiedad Industrial, a través de la Oficina Internacional de la Propiedad Industrial en Berna (Suiza), la encargada de inscribir en el registro internacional la marca y de notificarlo a todos los países designados, quienes de acuerdo con sus leyes nacionales pueden conceder el registro o denegarlo. Esto produce que en los países acogidos al Arreglo se tenga que organizar un registro diferenciado de las marcas internacionales a medida que la Oficina Internacional les va remitiendo la documentación. Por tanto, a partir del 1 de enero de 1893 es posible encontrar en la Oficina Española de Patentes y Marcas una colección de todas aquellas marcas extranjeras que extienden su derecho a España y de las españolas que solicitan u obtienen protección internacional. Esta documentación se compone de:

  • Expedientes numerados, que contienen la información remitida por la Oficina Internacional de la Propiedad Industrial desde Berna (Suiza);
  • libros de registro ordenados por fecha de solicitud en la oficina internacional, que contienen datos básicos sobre el solicitante;
  • libros de renovación de registro una vez caducados los veinte años de concesión de la marca;
  • duplicados de los expedientes remitidos desde la oficina internacional, almacenados en cajas;
  • y álbumes de registro gráfico de las marcas, ordenados por materias.

Si distribuimos toda esta documentación según los diferentes períodos históricos que hemos definido el resultado es el siguiente: entre 1893 y 1902 hay 3.195 expedientes y 6 libros de registro. Entre 1903 y 1923 hay 31.077 expedientes, 22 libros de registro y 6 cajas de cartón con duplicados de los expedientes. Entre 1924 y 1939 hay 68.328 expedientes, 16 libros de registro y 108 cajas con duplicados. Y por fin, desde 1940 hasta 1975 es posible encontrar 317.863 expedientes de marcas internacionales, 495 libros, 266 cajas con duplicados y 75 libros de renovaciones que comienzan en 1967. Además hay 15 álbumes temáticos que contienen el diseño de la marca internacional y que se extienden entre 1893 y 1923.

Por tanto, para el período 1893-1975 tenemos un total de 420.463 expedientes, 539 libros de registro, 75 libros de renovaciones, 380 cajas con duplicados y 15 álbumes. Los expedientes son tamaño DIN A4 y están almacenados en legajos y en carpetas individuales a partir del número 65.901. Son expedientes muy sencillos que la mayoría de las veces sólo tienen una hoja. Los libros de registro y los álbumes son de gran tamaño y volumen y tienen un formato apaisado, aunque el ancho y el modo de encuadernación experimenta diversas variaciones a lo largo de los años. La más destacable es la que se produce a partir del registro del expediente número 297.001 donde los libros pasan a un formato cuadrado, trayendo ya la marca impresa. Este último es el mismo formato que tienen todos los libros de renovación.

Nombres comerciales y rótulos de establecimiento.

Otras de las modalidades de los signos distintivos son los nombres comerciales y los rótulos de establecimiento, figuras que hasta 1902 y 1929, respectivamente, no se diferencian de la colección general de marcas. En teoría, los nombres comerciales son signos con los que el industrial o comerciante realiza sus transacciones mercantiles, es decir la firma comercial, y tienen un ámbito de protección nacional; mientras que los rótulos de establecimiento son signos distintivos dirigidos a la diferenciación de los establecimientos comerciales (locales, etc.) abiertos al público y sólo protegen a nivel local.

Sin embargo, estas diferencias que acabamos de exponer no quedan tan claras en la Ley de 16 de mayo de 1902, que es la primera que introduce la nueva modalidad de nombres comerciales:

Se entiende por nombre comercial, el nombre, razón social o denominación bajo las cuales se da a conocer al público un establecimiento agrícola, fabril o mercantil.

Como vemos, entre 1902 y 1929 con la denominación de "nombre comercial" vamos a poder encontrar (como ocurría en el caso de los modelos y dibujos industriales) tanto firmas comerciales como rótulos de establecimiento, aunque fundamentalmente son estos últimos los predominantes, si nos atenemos a lo promulgado en el Real Decreto-Ley de 26 de julio de 1929:

Los nombres comerciales es la materia más deficientemente regulada por la ley vigente; y lo es, porque, en realidad, el registro que hoy se acepta no es propiamente el del nombre comercial, en el sentido mercantil del vocablo, puesto que no se refiere a aquel con el que el comerciante realiza sus transacciones mercantiles, sino que alcanza exclusivamente a los rótulos de los establecimientos. Es preciso reconocer al nombre la extensión territorial completa, y separar los nombres comerciales de los rótulos de establecimiento, dándoles el diferente alcance que, en orden al comercio, deben tener.

Teniendo en cuenta lo que acabamos de exponer, vamos a analizar la documentación existente en la Oficina Española de Patentes y Marcas relativa a estas dos colecciones de manera separada, pero seccionándola según el tipo de información que podemos encontrar en los expedientes, independientemente de la denominación de la colección.

a) Nombres comerciales (1902-1929)

La colección de nombres comerciales constituye una serie numerada completa desde 1902 hasta 1975; sin embargo, dado que hasta 1929 no aparece el nombre comercial como tal, separándose de los rótulos de establecimiento, preferimos diferenciar dos partes. Tendríamos, por tanto, una primera colección que aunque se llame "nombres comerciales" está formada fundamentalmente por "rótulos de establecimiento" y que se extiende entre 1902 y julio de 1929. La documentación que la compone es la siguiente:

  • Expedientes numerados con información administrativa y ejemplares del rótulo o nombre a proteger;
  • y libros de registro con los datos básicos del expediente.

Entre 1902 y 1923, es decir, hasta el golpe de Primo de Rivera, podemos encontrar 6.889 expedientes y 12 libros de registro (más un libro de entrada de nombres); y entre 1924 y la promulgación del decreto-ley de julio de 1929 esta cifra es de 4.955 expedientes y 9 libros de registro. Esto hace un total de 11.844 expedientes, 21 libros de registro y un libro de registro de entrada, entre 1902 y julio de 1929. Los expedientes están almacenados en legajos y los libros son de gran volumen y tamaño.

b) Nombres comerciales (1929-1975)

La segunda parte de la colección denominada "nombres comerciales" es la que verdaderamente contiene sólo información sobre firmas comerciales de ámbito nacional, diferenciándose definitivamente de los rótulos de establecimiento. La colección no se interrumpe, es decir, sigue la numeración que se inició en 1902 para los nombres comerciales, y consta de:

  • Expedientes numerados que contienen la información administrativa y los signos (letras, palabras, o conjunto de ellas) que forman el nombre comercial que se pretende proteger,
  • y libros de registro con los datos básicos del expediente y sus incidencias.

Entre 1929 y 1939 es posible encontrar 3.022 expedientes de nombres comerciales y 6 libros de registro. Entre 1940 y 1975 el número de expedientes se sitúa en torno a 59.883 y los libros de registro son 120. Todo ello hace un total de 62.905 expedientes y 126 libros de registro para el período 1929-1975. Los expedientes se hallan almacenados en legajos hasta el número 12.001, a partir del cual se almacenan en carpetas individuales tamaño folio. Los libros de registro son de este mismo tamaño y de gran volumen y peso.

c) Rótulos de establecimiento (1929-1975).

La colección denominada rótulos de establecimiento comienza como tal en julio de 1929, aunque como ya sabemos es posible encontrar información sobre esta modalidad de la propiedad industrial en la primera parte de la colección de nombres comerciales, entre 1902 y 1929, que aunque tiene esa denominación está compuesta en su mayoría por rótulos de establecimiento. La documentación relativa a la colección rótulos de establecimiento está compuesta de:

  • Expedientes numerados que contienen la información administrativa y ejemplares del texto o diseño del rótulo a proteger;
  • y libros de registro que contienen los datos básicos del expediente.

Entre 1929 y 1939, es decir desde el fin de la dictadura de Primo de Rivera hasta el final de la Guerra Civil, hay aproximadamente 14.113 expedientes y 28 libros de registro. Entre 1940 y 1975 estas cifras se sitúan en torno a 106.490 expedientes y 214 libros de registro. Tenemos, pues, en total 120.603 expedientes y 242 libros de registro. Los expedientes son tamaño folio y están archivados en carpetas individuales desde el comienzo. Los libros son de gran volumen y tamaño.

Películas cinematográficas

El Real Decreto-Ley de 26 de julio de 1929 incluye, entre las nuevas modalidades de propiedad industrial que pueden ser protegidas, a las películas cinematográficas, arguyendo que:

Independientemente de las garantías y los derechos de propiedad intelectual que los preceptos legales o Reglamentos otorguen o reconozcan a los autores literarios de películas cinematográficas, quedarán amparadas por el presente Decreto-ley de Propiedad industrial, con sujeción a lo que en él se determina, las películas que se produzcan para su explotación industrial.

De esta forma comienza a registrarse en las dependencias del Registro de la Propiedad Industrial la nueva documentación, estableciéndose una sola condición sine qua non para poder solicitar protección sobre una película cinematográfica: que esté filmada, impresionada o preparada para su explotación industrial. Las películas van a poder protegerse por un período de cinco años renovable por otros cinco. Esta documentación a la que hacemos referencia está compuesta de:

  • Expedientes numerados que contienen la información administrativa sobre el solicitante, la casa productora, y las características técnicas y argumentales de la película (en algunos casos guiones completos y fotogramas de la misma);
  • y libros de registro que contienen datos básicos sobre el expediente.

Entre 1929 y 1939, época sin duda larvaria en cuanto a la explotación cinematográfica en España se refiere, tan solo hay documentadas 6 películas que ocupan las primeras hojas del primer libro de registro. Durante la dictadura del general Franco, es decir entre 1940 y 1975, el número total de expedientes sobre películas cinematográficas asciende a 1.471, de las que se toma razón en apenas tres libros de registro. Por tanto, entre 1929 y 1975 es posible encontrar 1.477 expedientes y tres libros de registro. La colección de películas cinematográficas, como la de marchamos, está ya cerrada, siendo el último expediente registrado de fecha 27 de abril de 1989, con el número 2.420.

Boletín de la Propiedad Industrial

Todo registro de la Propiedad Industrial tiene entre sus funciones el de la difusión de la información. Desde sus inicios, en 1826, existía obligación de publicar en la Gaceta de Madrid las concesiones de privilegios de invención, así como otras cuestiones relativas a su caducidad u otras incidencias. Esta labor fue desempeñada por la Gaceta hasta que por el Real Decreto de 2 de agosto de 1886 se crea el Boletín Oficial de la Propiedad Intelectual e Industrial, cumpliendo así lo preceptuado en el Convenio de la Unión de París para la protección de la Propiedad Industrial firmado por España en marzo de 1883, que establecía la obligación de la publicación periódica en las diversas naciones firmantes de una "hoja oficial". Al crearse el Boletín cesa la publicación del antiguo Boletín de la Propiedad Intelectual en el Ministerio de Fomento, fundiéndose con el de la Propiedad Industrial. El Boletín se publica, en un principio, quincenalmente, con información en dos secciones, la de propiedad intelectual y la de propiedad industrial. En esta segunda sección se publican los números de las solicitudes, el estado de tramitación de los expedientes, los números de las concesiones, los números de expedientes caducados por falta de pago e, incluso, legislación nacional y extranjera. La organización del Boletín va a sufrir diversos cambios a lo largo de su historia (por ejemplo cuando a principios del siglo XX pasa a denominarse Boletín de la Propiedad Industrial a secas) pero básicamente ha cumplido desde el día de su creación las mismas funciones. El Boletín está formado por números anuales con sus respectivos índices por apellidos y materias, de 1886 en adelante.

(Texto elaborado en 1999 por Patricio Sáiz)